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Sueños de plata

Hace cuarenta años, el 25 de octubre de 1978, se estrenó la película de John Carpenter que aterrorizó al público mientras fue aclamada por la crítica como una versión actualizada de “Psicosis” de Hitchcock (1960). Su éxito garantizó una secuela, tres años más tarde, y después otra, y otra, y así incansablemente hasta acumular diez (entre secuelas y remakes). Ahora, en 2018, la decisión de David Gordon Green y colaboradores fue deshacerse del bagaje acumulado con los años y empezar desde cero, o casi. Halloween (2018) es la secuela “oficial” de la cinta original de Carpenter, reencontrando a la original “chica final” Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), como una abuela sexagenaria, obsesionada con deshacerse de Michael Myers, el hombre que la aterrorizó y asesinó a cuatro de sus amigos, cuarenta años atrás. Myers ha pasado las últimas cuatro décadas encarcelado y está a punto de ser trasladado a una prisión de máxima seguridad donde pasará el resto de sus días. Anticipando el traslado, un par de “podcasters” británicos que se auto describen como periodistas de investigación deciden realizar un reportaje sobre Myers, quien ha permanecido en silencio desde 1978, y visitan la prisión en busca de algunas palabras acerca de los crímenes que cometió. Para extraer una respuesta del homicida, llevan con ellos la máscara que éste utilizó durante la matanza. En realidad los reporteros sólo sirven como herramienta para proporcionar exposición a todos aquellos que no recuerdan (o nunca vieron) lo sucedido en la cinta original y como justificación para que Myers pueda volver a usar su icónica máscara. Forzando la trama hacia su destino, obviamente, Myers escapa durante su traslado… Para evitar alienar al público joven, y que éste se sienta identificado, tenemos a la nieta de Laurie y su grupo de amigos, que básicamente replican al grupo original del 78, con muy pocas diferencias. Uno de los chicos es “inteligentemente” utilizado para comentar meta textualmente acerca de toda la serie, sus desaciertos y las leyendas que generó: “Comparado con lo que sucede ahora, no fue gran cosa, cinco personas asesinadas por un tipo con un cuchillo”. Ese comentario que intenta exponer la mentalidad de las nuevas generaciones respecto a la cinta original y cómo ésta, en su opinión, no resulta nada espectacular, demuestra la carencia de dimensión histórica, característica de un público que cree haberlo visto todo y no logra ubicar las obras en su contexto original. La forma en que Gordon Green intenta traer a Laurie y Michael al siglo XXI es a través de una especie de relato de empoderamiento femenino, ocasionado por el severo trauma sufrido por Laurie, el cual la condujo a convertirse en una experta en armas que entrenó a su hija durante años y construyó un bunker para defenderse del posible retorno de su demonio personal. Las referencias visuales que realiza Green a la obra original, son inversiones de las imágenes de Carpenter, que, más que crear déjà vus, se sienten por demás forzadas. Su mejor momento es un plano secuencia que supera los de Carpenter pero que, como el resto de la cinta, no logra generar en ningún instante, la atmosfera ni la sensación nerviosa de que algo aterrador esté a punto de suceder. En su cierre, que anticipa la posibilidad de más secuelas (ya garantizada con lo recaudado en taquilla), Green se aleja de Halloween e intentando plasmar el trauma experimentado por sus personajes, hace referencia a otro clásico del género, La masacre de Texas (Tobe Hooper, 1973), a cuya brutalidad y genuina evocación de terror nunca pudo acercarse.

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