Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / notamigracion

Sueños de plata

Con su primera película en inglés, Sebastián Lelio cierra lo que podría llamarse su trilogía de emancipación femenina, conformada por “Gloria” (2013), “Una mujer fantástica” (2017) y “Desobediencia”. Basada en la novela de Naomi Alderman, la cinta narra el retorno de Ronit (Rachel Weisz), una fotógrafa que habita en Nueva York, a su natal Londres, tras la muerte de su padre. Rav Krushka era un reconocido y respetado rabino y la reaparición de Ronit en su círculo ortodoxo no es precisamente bien recibida por la gente de su comunidad. En su último sermón, el cual abre la cinta a manera de prólogo, el rabino, antes de caer fulminado, habla acerca de las creaciones de Dios. “Los ángeles no tienen voluntad para hacer el mal, los animales solo tienen instintos, ambos siguen la voluntad de Dios. Hombre y mujer, el mayor logro de la creación, único ser con el poder para desobedecer. La elección es un privilegio y una carga. Debemos elegir”. Como en “Una mujer fantástica”, de nueva cuenta es una muerte lo que pone en marcha la narrativa y, una vez más, el suceso lleva a una mujer “fuera de la norma” a enfrentarse con una sociedad que no la acepta y que, en este caso, fue juzgada y rechazada por su propio padre. El reencuentro de Ronit con sus amigos de la juventud, Dovid Kuperman (Alessandro Nivola), discípulo de su padre y elegido como su sucesor en la sinagoga y Esti (Rachel McAdams), la toma por sorpresa. El hecho de que ahora sean marido y mujer le parece un inverosímil mal chiste. El constante estado de melancolía en el que evidentemente se encuentra sumergida Esti, aunado al perpetuo gris del cielo londinense revela un aspecto de su vida que ha quedado en un permanente y sombrío estado de insatisfacción. La llegada de Ronit, sin embargo, brinda una sonrisa de nuevo a su rostro. Durante la cena familiar de shabat, la sutil desaprobación de la soltería de Ronit se convierte en tema de conversación resultando en un comentario de su parte que revela lo absurdo de costumbres y tradiciones que esclavizan y conducen finalmente a la infelicidad. Esto último apunta específicamente al caso de Esti, el cual Lelio aborda de una manera que evita el melodrama fácil, para de evidenciar lo que sucede cuando las personas se olvidan de sí mismas tratando de ajustarse a la idea de “vida correcta” que tienen los demás. La reconexión entre Ronit y Esti, el resurgimiento a la superficie de sus sentimientos y eventualmente el tan esperado encuentro íntimo entre ellas son manejados de manera magistral. La simbología visual que utiliza Lelio es acertada y emotiva. Su ascenso, juntas, por las escaleras del underground (metro de Londres) alude a una ascensión espiritual y una liberación de restricciones. Solo en una ocasión vemos cielo azul sobre Londres y es cuando las dos caminan juntas y se sienten libres, como recién llegadas al paraíso. La tragedia sobre la cual advierte Lelio es la de no vivir la vida propia por miedo a aceptarse a uno mismo y a no ser aceptado por los demás. No hay nada más real que el sentimiento de libertad. Somos libres para decidir. “¡Eres libre!”. El autor es editor y escritor en Sadhaka Studio.

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí

Temas relacionados