Quietud en movimiento
El próximo domingo se llevará a cabo la elección más grande, compleja e importante de nuestra historia. Tengo dos predicciones: (i) el aspirante presidencial ganador será el más votado de nuestra historia democrática y (ii) la mayoría del electorado repudiará al PRI por segunda vez y quizá definitivamente. Según cifras de Consulta Mitofsky, un 21% de los mexicanos aprueba la gestión del actual Gobierno Federal. Es decir, prácticamente 8 de cada 10 mexicanos reprueban la manera en que el grupo dominante en turno ha conducido al país durante los últimos 6 años. Por lo tanto, en el caso del presente proceso electoral, la aceptación o repudio del gobernante saliente será un factor determinante. En gran medida el resultado que se anuncie el próximo domingo por la noche, si no es que la mañana siguiente, además de anunciar a un ganador, tendrá por otro lado grandes perdedores: Enrique Peña Nieto y al Partido Revolucionario Institucional. Por supuesto, lo anterior en el entendido de que los actores políticos respeten las leyes y las instituciones electorales asuman su papel de árbitros. La perfectible democracia mexicana es aún vulnerable a las peores prácticas posibles (acarreos, compra de votos, cierre de casillas, intimidación, etc.). Si alguien está dispuesto a librar la batalla por conservar el poder a costa de lo que sea y así lo ha demostrado, es justamente el PRI. La victoria maquiavélica que logró en la elección del Estado de México en 2017 fue su ensayo general para el 2018. Sin embargo, en esta ocasión no será así porque es tanto el repudio al gobernante y partido en turno que no habrá manera de justificar una victoria tan inesperada. El tema ahora es lo que se viene. Por un lado, el orden político priista sufrirá su derrota más calamitosa hasta la fecha; pero, por el otro, todo indica que surgirá uno nuevo con estructuras, matices y organización parecidos. Sin embargo, a diferencia de aquel orden político priista, éste se topará con fuertes obstáculos: instituciones públicas sólidas y sociedad civil activa. El gran reto que tenemos es seguir fortaleciendo y robusteciendo ambos componentes para construir el México del futuro. En el caso de los jóvenes, muchos ya estamos integrándonos a las filas del sector público y privado. Estemos donde estemos tenemos como tarea suprema ser participantes activos en este proceso de construcción. El repudio que hemos mostrado una y otra vez al statu quo no debe quedarse solo en eso, debemos ser auténticos agentes de cambio. No permitamos que tras la disolución de este PRI, surja otro de nueva cuenta. Aspiro a vivir en una democracia donde haya cabida para todos sin importar sexo, edad, raza, religión y orientación sexual. En los libros de historia quedará constancia de aquel México donde unos cuantos corruptos, impunes y privilegiados decidían el destino de millones. Pero, para lograr todo esto, te necesitamos a ti, mexicano. *El autor es abogado egresado de la Universidad Panamericana.
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