Quietud en movimiento
El pasado 19 de marzo, tres estudiantes de la Universidad de Medios Audiovisuales fueron secuestrados por un comando armado en el municipio de Tonalá, Jalisco. Por más de un mes no hubo noticia alguna del paradero de los jóvenes. El 23 de abril, la Fiscalía General del Estado de Jalisco informó que los cuerpos de los estudiantes desaparecidos, de nombre Javier Salomón Aceves Gastélum, Marco Francisco García Ávalos y Jesús Daniel Díaz García fueron encontrados disueltos en ácido en una casa ubicada en Tonalá. Todo indica que la dueña de la casa, una tía de Aceves Gastélum, era miembro del Cártel Nueva Plaza, el cual mantiene una batalla armada con el Cártel Jalisco Nueva Generación. La casa donde se encontraban los universitarios realizando filmaciones para una tarea era vigilada por dos sujetos ligados al CJNG; posiblemente, al levantar esto sospechas imprevistas se dio la orden de matarlos. El móvil detrás del triple homicidio fue simplemente encontrarse en medio de una guerra que no les correspondía en el lugar y tiempo equivocados. En México, el estudiante sale de su casa sin saber si regresará. No es la primera vez que sucede una tragedia como ésta y parece ser que no será la última. Desde el 2 de octubre de 1968, cuando cientos de estudiantes fueron exterminados en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco por órdenes del gobierno mexicano; hasta el 26 de septiembre de 2014, cuando 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron al ser entregados por la policía municipal de Iguala a bandas criminales locales en una serie de eventos que aún no se esclarecen del todo. Ser estudiante en México es un riesgo. En cualquier parte del mundo, los jóvenes acceden a las universidades públicas y privadas de sus países en búsqueda de un mejor futuro. Su única obligación es cumplir con sus responsabilidades escolares, el gobierno procura otorgarle las condiciones para que no tengan otras preocupaciones. En México, el gobierno no garantiza siquiera lo mínimo para poder estudiar, nuestras vidas. Exigirle otras cosas como mayor acceso a universidades, elevar el nivel educativo, otorgar becas y demás justos reclamos es dar patadas de ahogado. Con una tasa nacional de impunidad del 93%, según el Índice Global de Impunidad México 2018, se evidencia una autoridad rebasada y una delincuencia organizada envalentonada. La tragedia de los estudiantes en Jalisco manifiesta nuevamente el vacío de poder imperante en nuestro país. Desafortunadamente, nadie se salva. En mi época estudiantil, numerosos compañeros fueron víctimas, incluyéndome, de algún delito o de los atropellos por parte de la autoridad. Desde asaltos, extorsiones, hasta homicidios, todos hemos presenciado esta espiral de decadencia de primera mano. Hay que aspirar a un México donde el estudiante pueda desarrollarse en paz y con plena libertad, no el México de estudiantes desaparecidos. En estos tiempos electorales, ¿cuál es la postura de nuestros candidatos?, ¿qué propuestas tienen para combatir este problema? Mi solidaridad con todos los estudiantes mexicanos por ésta y todas las tragedias que viven a diario. #NoSonTresSomosTodxs *El autor es abogado egresado de la Universidad Panamericana.
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