Postigo
Conocidos los resultados presidenciales del pasado primero de julio; el imaginario ciudadano bajacaliforniano se hizo preguntas tratando de encontrar respuestas capaces de abonarle determinada reciprocidad ocurrida en el presente (triunfo de AMLO) con el futuro por suceder. En dicha búsqueda un pronóstico sobresaliente apuntaba, sin matices de por medio, que la aplanadora ocasionada por el tabasqueño (y Morena) habían desmantelado, ¡Por fin!, el muro que la derecha conservo’ durante 30 años en el norte peninsular. Sin embargo; arribaron vientos electorales con las patrañas de siempre ejecutadas por los dueños de Morena los que, escoltados por prófugos multipartidistas y empresarios diestros en ejecutar maromas políticas del temple, por ejemplo, de Arturo González Cruz -quien antes de transitar por polvorientas colonias populares se reunió (Frontera-20-04-2019) con Alcaldes del Sur de California -para “dialogar y permitir mayor crecimiento”- aunque, dado el perfil empresarial del Primoroso candidato, posiblemente afianzo’ futuros negocios o, como buen comerciante, de antemano subasto’ acciones del seductor y privativo Club Campestre del cual, don Arturo, es socio y Presidente. Sería impensable un juicio sobre el pasado torbellino electoral de Morena sin considerar el proceso actual, dado lo que puede o no alcanzar comicialmente hablando, pues el converso Morena quedo’ predeterminado por candidaturas impuestas de manera autoritaria, espuria, mismas que cualesquiera sean sus antecedentes éticos, ideológicos o políticos lo repudiable deriva del dedazo flamígero que dicto’ inscribirlos en la boleta sin mediar motivos ni razones, excepto, confirmar su obediencia al dueño del dedo. Y aun cuando los electores tienen opciones para ceder o evitar dar el voto a determinado color, gradualmente el sentimiento de fobia anti partidos alcanzo’ niveles de repudio cuya indiferencia se materializo’ en no escuchar, ser evasivo o menospreciar cualquier compromiso llegando, incluso, a desairar las urnas evidenciándose el por qué los electores afirman que su “participación depende del candidato y no del partido. Vale señalar que la bancarrota política y moral de la partidocracia es algo que las cúpulas dirigentes se han ganado a pulso, a fuerza de anteponer intereses gansteriles particulares sobre lo que protestan representar y defender en su deslenguada palabrería, declaración de principios, estatutos o códigos de honorabilidad cuando dicho montaje solamente ha servido para maquillarle la papada a la clase política y gobernantes creación de partidos lacras, que por sus bajezas, mantienen al país en un túnel sin escapes pues cualquier salida se haya obstruida por rufianes tipo el apodado partido Verde (ahora “inmaculado socio del no menos intachable” Primor). Desde luego no se trata de cuestionar por cuestionar sino, punto y aparte, insistir en que siguiendo sus impulsos millones arroparon a López Obrador y no a Morena lo que no por eso desdeñaron la potencialidad de proyectar, ¡ya!, un partido nuevo, higiénico e íntegro que fuese baluarte para transformar la cotidianidad política y cultural de los mexicanos pero, de menos en BC, un tumultuoso ataque de sabandijas –según palabras de Yeidckol Polevnsky, invadió al partido. Naturalmente no se refería a sus candidatos encuestados y preferidos… * El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí