Numeritos
La expresión ¡baboso! entre conductores vehiculares de nuestras calles es la más dulce de todas; a esta le podemos seguir con palabras mucho más altisonantes, gritos y hasta golpes por el caos vial que estamos sufriendo todos. La desesperación, el estrés y la impotencia al vernos completamente inmovilizados por el tráfico puede alcanzar efectos con consecuencias inimaginables. La Universidad de Washington en San Luis reveló en un estudio que los tráficos vehiculares impactan en la salud de las personas quitando tiempo para el ejercicio, el descanso y la buena alimentación, el congestionamiento vehicular está ligado a altos grados de obesidad, inhalación de humo y alta presión. Acabo de pasar unos días en Nueva York pero esta vez fue diferente, no turístico, tuve que asumirme como un citadino más y moverme a lugares no típicos para cumplir con mis compromisos: conexiones de metro, tipo de trenes, horarios especiales, actualización de mapas, rutas alternas, calles en construcción, elevadores y escaleras que formaban parte de un enorme laberinto lleno de decisiones inmediatas que, de fallar en una de ellas, podrían llevarme a miles de metros de forma equivocada y perder tiempo. La movilidad en una ciudad no es cualquier cosa, luego de este tipo de experiencias lo único que me provoca es una gran preocupación sobre cómo se ha venido gestionando este gravísimo problema, la verdad es que ningún gobernante ha sido capaz de resolver el tema de fondo, todos alegan responsabilidades ajenas, otros culpan a los transportistas y estos denuncian corrupción por parte del gobierno… el caos vehicular está ligado directamente al caos político. No ha habido un gobernante valiente e inteligente capaz de resolver el tema sin antes pensar en su reelección, los votos corporativos, el regidor comprado, el próximo proceso electoral, los acuerdos partidistas o las “aportaciones y apoyos” que dieron en la campaña. Tampoco todo es negro y blanco, existen esfuerzos bien intencionados pero insuficientes que de ninguna manera justifican la incapacidad para resolver los problemas, al final del día les pagamos por resolver los problemas completos así como completo reciben su sueldo, prestaciones, oficinas, gasolina, mecánicos, secretarias, vehículos, comidas, guardias, hoteles 5 estrellas para sus “viajes de trabajo”, etc. La movilidad de nuestras ciudades necesita cambiar y nos necesita a todos, nos necesita quejándonos, opinando, pensando, proponiendo, estudiando nuevas alternativas, impulsando cambios dentro de las estructuras públicas, nos necesita caminando la ciudad y sufriendo esta desgracia vial en la que estamos todos atorados al perder tiempo, clientes, mercancía, dinero, salud y calidad de vida. Observen a nuestros funcionarios de todos los colores: se trepan en lujosas camionetas y una vez sentados en ellas encienden sus celulares para perderse en el chat de la grilla o del “bisnes” mientras el chofer (pagado por nosotros) los traslada cómodamente de una reunión a otra… pero como bien decía el gran Manuel Clouthier del Rincón: “No se trata de cambiar de amo como los perros, sino se trata de dejar de ser perros”. * El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados.
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