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Mirador

Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que estuvo en la catedral de Chartres, dio un nuevo sorbo a su martini y continuó: –No puedo querer bien a los que dicen ser representantes de Dios. Hablan como si él les dictara sus palabras, y actúan como si fueran sus enviados. Yo conozco a quienes son verdaderos representantes del Señor: los niños; las mujeres y hombres buenos; las criaturas de la naturaleza; los poetas y artistas que nos enseñan a verlo... Siguió diciendo Jean Cusset: –El mejor representante de Dios en este mundo es el amor. Quienes aman con verdadero amor –a su mujer, a sus padres, a sus hijos, a sus hermanos, a su prójimo– esos representan el amor divino, y lo difunden. Los que a sí mismos se dan el título de enviados del Señor son mercaderes, y cada vez que dicen el nombre de Dios le hacen injuria. Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre. ¡Hasta mañana!...

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