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Mar de Fondo

Andrés Manuel López Obrador tiene un estilo de hacer política azaroso e impredecible. Lo hemos visto durante mucho tiempo, durante la campaña electoral y ahora como presidente electo. Cambia constantemente sus propuestas o sus puntos de vista y a veces corrige los términos. Va como en zigzag, lo que genera incertidumbre en algunos sectores y, por otro lado, levanta polémicas encendidas en los medios y las redes sociales. Contra lo que podría esperarse, varios de los planteamientos o líneas de acción que propone AMLO no surgen de manera organizada o siguen un orden, o se hacen en una sola ocasión, sino que se van soltando en forma caótica a los medios de comunicación, en un mitin un día cualquiera, en una plaza pública de algún pueblo del territorio mexicano. Otras ideas son más coherentes y las ha sostenido desde el inicio de la campaña hasta la fecha, con algunos matices. Otras, en cambio, se han convertido en un dolor de cabeza para la opinión pública y para los mismos equipos de asesores de AMLO, que se deshacen en explicaciones y en correcciones. Esto ha desatado una polémica nacional que se pierde en explicaciones y argumentos confusos de todas las partes. La más reciente de las polémicas se detonó cuando AMLO se refirió a que el país estaba en “bancarrota”, cuando antes se había referido que heredaba un país estable o con problemas pero no en bancarrota, que son dos cosas distintas. Sin embargo, lo mismo ha pasado con otros problemas, como con el aeropuerto de la Ciudad de México, que se ha tornado un tema confuso cada vez más. Pero también con otros temas, como por ejemplo la famosa “amnistía”, o la exoneración de Rosario Robles cuando afirma que ella es sólo un “chivo expiatorio” de la estafa maestra, o también su propuesta de regresar el Ejército a los cuarteles para después afirmar que se mantendría por lo menos durante el primer año de su gobierno. Y así con respecto a muchas otras ideas, creando una sensación de una contradicción permanente del gobierno entrante. ¿Cómo se explica este temperamento cambiante de AMLO? Desde mi punto de vista hay varias pistas que se pueden seguir. Una de ellas es que AMLO no hace diferencia entre el lenguaje de una campaña política y el lenguaje de un gobernante. En una campaña política no hay, aunque debiera haber, cierto rigor en la utilización de los términos, y se recurre a las alegorías y a una retórica que nutra el entusiasmo de las masas. Ya en el gobierno no puede ser así. El caso es preocupante porque todo indica que AMLO va a gobernar como si estuviera en campaña permanentemente. Corresponde a su visión más íntima políticamente y se ve ya en varias de sus acciones. Las giras constantes hacia los estados, hablando en las plazas públicas, en auditorios llenos de gente, dando conferencias en las calles, etcétera, es parte de su visión de “gobernar con el pueblo”. AMLO es la cara opuesta de los gobiernos elitistas, sí, pero con otras implicaciones. El contacto del gobierno con el pueblo es fundamental, como todos lo sabemos, y si algo pasó durante todo este tiempo es que se abrió un abismo entre ambos, pero si AMLO quiere revertir esta tendencia no lo puede hacer de manera desfasada de las políticas concretas del gobierno, como tal parece que está sucediendo. Si una cosa es el discurso del líder, como es AMLO, y otra cosa son las propuestas y los diagnósticos del gobierno, el líder pronto clamará en el desierto. Esto significa que el líder, en este caso AMLO, tiene que transitar hacia el papel del gobierno, hacerse gobierno, gobernar como estadista, dejar el partidarismo, o dejar de dividir al país entre “conservadores” y “liberales”, no porque eso no exista quizás, sino porque dividir de esa manera a los amigos y a los enemigos (cuando en realidad no existe esa lucha) tiende a socavar las mismas fuerzas del gobierno. Este tránsito, por lo menos hasta ahora, se ve complejo. No va a ser fácil que AMLO deje el papel del líder político para convertirse en gobierno. Lo hizo ya en su experiencia en la CDMX, pero ahora se trata de todo el país y de un gobierno que busca revivir viejos símbolos (gobernar desde el palacio nacional) o viejas contradicciones (entre liberales y conservadores), pensando quizás que ahí radica la cuarta transformación del país. Un dato al que no se le pone atención por varios analistas, en añadidura a todo lo anterior, es que para AMLO su fuerza política, y la que pretende conservar ya estando en el gobierno, radica en el “pueblo”. No va ser fácil, por lo tanto, que se desligue de él, o que abandone un estilo de gobernar donde la plaza pública, los mítines, la calles, los pueblos, resultan determinantes. Frente al pueblo o contra el pueblo están las élites, la prensa fifí, los conservadores, etcétera, que todo lo distorsionan, en la visión y concepción de AMLO. Nos espera un largo y complejo sexenio. El autor es analista político

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