Mar de Fondo
La atención y las expectativas de estos días están centradas en el primer debate que sostendrán el próximo domingo los candidatos presidenciales. Las campañas que hemos observado hasta ahora, así como las tendencias electorales que están mostrando la mayoría de las encuestas, se han hecho tan predecibles y hasta cierto punto tan aburrido que todo mundo está esperando que el debate cambie en algo las cosas. Para decirlo gráficamente, las tendencias electorales están mostrando un candidato muy adelante, con una ventaja de 22 puntos con respecto a su inmediato competidor, mientras los otros dos principales contendientes están estancados o en algunos casos están perdiendo puntos y, quizás lo más importante, sin ninguna o con muy pocas posibilidades de poder superar esta situación. Por lo mismo el debate se ha convertido en el centro de la atención para el mundillo de la política, aunque probablemente no ocurra igual con el resto de la población. El debate en este sentido resulta clave para los candidatos presidenciales que están en segundo y tercer lugar, como son Ricardo Anaya y José Antonio Meade, respectivamente, y un espacio inmejorable para los independientes. Dramatizando un poco, el debate es decisivo para Meade, pues si a partir de ahí no logra salir de su estancamiento electoral será ya muy complicado mantenerse en la competencia por la presidencia. Igual de vital resulta para Ricardo Anaya, ya que el debate puede definir si él será el candidato que puede hacerle frente a Andrés Manuel López Obrador que va muy adelante, o se mantendrá en el segundo lugar como hasta ahora. Es decir, el primer debate no va a definir la elección presidencial de 2018, pero lo que sí puede lograr es un nuevo realineamiento de las fuerzas políticas y ayudar a perfilar cuál de los candidatos que hoy están en el segundo y tercer lugar, puede enfrentarse a López Obrador, que es en última instancia lo que se ha estado tratando de lograr a lo largo de esta campaña. La creencia más generalizada en ciertos sectores de la opinión pública es que tanto Meade como Anaya tienen grandes posibilidades de salir bien del debate, uno por su formación técnica y experiencia en el gobierno y el otro por su fogosa retórica o su elocuencia verbal, frente a un AMLO que tiende a pasmarse o a usar un tono beligerante y acusatorio en los debates. Esto es cierto, pero se olvida que la nueva estrategia de AMLO, como se ha visto a lo largo de la campaña, es evitar la confrontación política, así como darle vuelta a las diversas acusaciones que se le hacen. AMLO tiene un arsenal de elementos para salir avante frente a sus contrincantes y sabe de antemano que lo más importante es cuidar la enorme ventaja con la que llega a este encuentro, pero también sabemos que es aquí, justamente, donde es más proclive a cometer errores. AMLO está casi blindado contra los tropiezos, como se ha visto ya a lo largo de estos días, y es muy difícil que este debate pueda mover radicalmente las tendencias, pero, no obstante esto, no hay que perder de vista que más allá de los enfrentamientos y el espectáculo que pueda brindar el debate televisivo, este encuentro también sirve para contrastar las propuestas, la personalidad y el carácter de los candidatos. No es lo mismo ver o escuchar un candidato solo o de manera aislada, que verlo al lado de los otros, confrontando, respondiendo, aclarando o explicando y convenciendo de sus propuestas. No todos pueden desenvolverse fácilmente en un espacio como este en donde la presión alcanza su máxima expresión. A veces aquí no importa la preparación o el alcance y viabilidad de las propuestas de gobierno, sino la habilidad y la capacidad para expresarlas en medio de una confrontación. Más allá de sus limitaciones, de sus formatos rígidos y lo corto del tiempo, los debates pueden ayudarnos a ver estos contrastes entre los candidatos, a ver sud debilidades y sus fortalezas y a formarnos una idea de cómo gobernarían el país. Pueden ayudarnos a descartar opciones, a fortalecer la opinión con respecto a unos o de plano reforzar nuestras creencias previas. En el caso de este debate del domingo, podrá ayudarnos a definir si habrá un contendiente que pueda competir con López Obrador, o bien si éste se mantendrá en la punta de las preferencias hasta el día de la elección o puede perder puntos a partir de ahora. No es cualquier cosa lo que está en juego. Lo veremos en la próxima columna. El autor es analista político
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