En la red
En 1988, cuando Andrés Manuel López Obrador iniciaba su carrera en la izquierda después de dejar al PRI, yo comenzaba la mía en los medios de comunicación; la primera entrevista que le hice fue cuando contendía por la gubernatura de Tabasco por el Frente Cardenista, perdió ante Salvador Neme por muchos votos. Era un López Obrador cuarentón, sin canas, con acento tabasqueño de los buenos, enérgico, incendiario y radical. Me habló de la corrupción por la que dejaba al PRI y pretendía hacer un nuevo Tabasco, la entrevista jamás salió al aire, todo lo que fuera en contra del gobierno era censurado de inmediato, esa estación de radio para la que trabajaba era de un priista hidalguense de cepa. Esas elecciones fueron un asco, adulteración de urnas y control de votantes, pero nadie escuchaba a AMLO, los medios teníamos prohibido hacerlo, mi entrevista quedó en el olvido. La presión de AMLO derivó en la renuncia de Neme Castillo para “calmar las aguas”. En 1991 lo entrevisté por segunda ocasión en Las Choapas, Veracruz, difícil acercarse a él porque siempre lo flanqueaban hombres de campo radicalizados por su necesidad, olvido y odio hacia el sistema que acaparaba tierras. Recuerdo que amenazó con tomar los pozos petroleros de Tabasco, la entrevista fue mutilada por el editor de ese periódico a solo dos párrafos. Su advertencia la cumplió. No había cambiado desde el 88. En 1992 hizo una caminata hacia la Ciudad de México con muchos campesinos detrás de él, lo volví a entrevistar en el Parque Deportivo 18 de Marzo de Minatitlán en donde llegaron a descansar porque los 40 grados fundían hasta el metal. Recuerdo que mientras platicábamos, le llevaron otros tenis Panam porque los de él estaban casi derretidos; sudoroso en playera de algodón y un pantalón caqui de Pemex, luchaba contra la explotación laboral y la complicidad del sindicato para saquear la industria petrolera vía “contratismos”. Esa fue otra entrevista que nunca me dejaron publicar. Percibía en su entorno la admiración hacia un caudillo, al grado que cualquiera hubiera matado o dejarse matar si él lo pedía. Nos tomamos una Fanta de manzana, y me dijo: “A mí no me van a contar las transas que hacen los del sistema porque las vi pasar frente a mí”. En 1994 le robaron la elección en Tabasco, Roberto Madrazo del PRI fue gobernador, y nunca olvidaré una entrevista en la Central Camionera de Villahermosa, hasta salivaba de rabia cuando gritaba que estaban robándose las boletas… y no mentía. A casi tres décadas de distancia de la primera entrevista que le hice, veo que AMLO es el mismo por dentro: radical y hábil, enojón y totalitario, ha vivido de la política pero eso no significa que sea deshonesto. Sin embargo, veo a otro López Obrador por fuera: un AMLO que ha entendido que para ganar tiene que pactar, rodearse de gente que en el pasado no hubiera aceptado, incluso de quienes lo traicionaron alguna vez. No sé, porque nadie sabe, qué es lo que hará con todos esos personajes que lo ayudarán a llegar a la presidencia y que no son parte del AMLO que conocí en los 90. Lo que sí veo claramente es que aprendió varias lecciones. La pregunta ya no es si va a ganas o no sino ¿lo dejarán llegar? *El autor es periodista con 25 años de carrera, ha encabezado noticieros en la televisión internacional; ganó el premio Nacional de Periodismo y ha sido académico.
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