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"Por el derecho a la libertad de expresión" Están intentado reconstruir al gran partido corrupto que no solo perdió el rumbo, sino que se llegó a concebir que ellos eran los elegidos para dirigir, por siempre, los destinos de México. No cabía en las mentes priistas la posibilidad de que, de golpe y porrazo, se quedaran como lo que siempre fueron: Unos cuantos poderosos que se enriquecieron con las prerrogativas financieras que el país les entregó. Al ser el partidote que ganaba elecciones casi por inercia, pero de manera sucia, sus ingresos fueron del orden de los miles de millones de pesos. La discrecionalidad para gastarlos sirvió de atracción fundamental para mantener la cohesión de los miembros de este partido. La estrategia de formar grupos de poder en torno a los presidentes de la República, gobernadores, presidentes municipales y legisladores fue central para este partido. La disponibilidad en todo momento de dinero en efectivo les sirvió para consolidar el poder, por medio de la compra de voluntades y votos. Según la importancia del personaje y el impacto que causaba en la sociedad, era el pago recibido para integrarse y pertenecer a los ganadores. La presencia del PRI en todas las instancias de los tres poderes del gobierno, le aseguraba la tranquilidad en la ilegalidad. No existía ley que no pudieran doblegar, con el fin de preservar la corrupción y la impunidad. Las prerrogativas actuales que recibe este partido son de mil 94 millones de pesos, con los cuales puede hacer y deshacer. Sin embargo, para el 2019 y dada la brutal derrota recibida, solo recibirán 800 millones de pesos. A esto habrá que agregarle la propuesta que Morena acaba de hacer, de reducir al 50% los privilegios, entonces sus ingresos serían de 400 millones de pesos. Repartidos en todo el país de acuerdo con la importancia de los estados, y con la avidez con la cual se los gastan quienes manejan estos dineros, el partido está prácticamente deshecho. El PRI sin dinero no existe. En Baja California, el franco desprecio que los electores les manifestaron al sufragar contra ellos, puso de manifiesto que ni con los recursos que se gastaron lograron cambiar la magnitud preferencial del ciudadano. La elocuencia con la cual hablaban del voto duro ahora está claramente desmentida. No tienen bases ciudadanas para recomponerse. Quienes hablan de reformarse están pensando en cambiarle, inclusive, el nombre al partidote. Lo paradójico es que no tienen bases militantes que vayan a discutir las propuestas. Además, nunca lo han hecho. Los resolutivos y cualesquier estrategias que se implementaron, les llegaron bien planchaditas y listas para instrumentarse. Nunca hubo participación democrática de las bases. ¿A quién le puede interesar integrarse a un partido político tan desprestigiado, corrupto e irrespetuoso de la ley? ¿Si nunca se trató a las bases con dignidad cómo esperan que ahora se integren a la discusión, paguen cuotas y resuelvan otros problemas logísticos y financieros? ¿Si los poderosos priistas solo se enriquecieron y crearon una clase económica alta y orgullosa, que buscaba siempre su propio beneficio, podrán volver a los fundamental y trabajar codo con codo en la reconstrucción del partido? Difícil, muy difícil será. Muchos de los líderes ya están en pláticas con Morena, para eso se pintan solos. Ellos siempre le van al ganador. Vale. * El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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