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Diálogo empresarial

“Si tus acciones inspiran a otros a sonar más, aprender más, hacer más y a ser mejores eres un líder”. Esta frase de Jack Welch, hace que las organizaciones cambien a través de las personas que en ella trabajan, más que todo porque están convencidas que están trabajando para ellos y la organización de beneficia a través de ellos, puede ser también a la inversa, sin embargo, si la empresa quiere influir sobre el individuo, una gran dosis de autenticidad será requerida. En los últimos años se ha manejado de una manera más común en la administración del recurso humano, el termino de colaborador, contra lo que se manejó algunas veces como empleado. Colaborador es una palabra que integra desde mi punto de vista: Voluntad y apertura. Sin embargo, el líder de una organización, si quiere administrar colaboradores deberá tener una mentalidad de colaboración y una mentalidad compartida; si carece de estos atributos será mejor que siga manteniendo el nombre de empleados en sus organizaciones, ya que no tendrán congruencia sus acciones con las expectativas de un colaborador. En días recientes nos hemos dado cuenta, de manera más cruda, del vacío de liderazgo que vivimos en los países latinoamericanos, donde algunos de los empresarios dudarían mucho en contratar para sus empresas algunos de los perfiles que están en la contienda por dirigir sociedades. Desde otro ángulo, nos encontramos con los líderes que residen y administran su gestión detrás de un escaparate organizacional, un organigrama o el poder económico de un corporativo. Desde el origen de la sociedad, si analizamos la permanencia, identidad y orgullo que tienen muchas personas por sus organizaciones, nos damos cuenta de que gran parte de la afinidad viene del líder y no de la estructura. Entonces podemos decir que como individuos la mayor parte de nuestras vidas estamos viviendo entre dos puntos: la realidad que vivimos y la expectativa que tenemos, ese espacio algunos estudios los conocen como decepción. Existe una correlación muy interesante entre esos dos puntos, entre mayor es la brecha de la decepción, los méritos se deterioran, los controles incrementan y la creatividad empieza a desaparecer. Las personas que están destinadas a administrar a una organización deben de considerar que cada uno de los individuos tenemos un origen, un crecimiento y una aspiración; estos tres elementos generan dentro de las organizaciones la diversidad que es sumamente importante para que prolifere el éxito de cada uno de los individuos. El éxito de cada organización dependerá mucho de la apertura que den los líderes a la creatividad, la credibilidad que tenga la cabeza de la organización, más que todo, la capacidad de desarrollarse dada a los individuos dentro de la organización. Si un individuo no puede desarrollarse en la empresa, la empresa deberá tomar el riesgo de adquirir talento que ejecute sobre controles no comprendidos, donde no hay espacio para la creatividad, pero mas que todo para la confianza. El autor es presidente de Index Zona Costa.

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