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Después de algunas jornadas llenas de optimismo y con la firme creencia, según los representantes de México en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, de que el pasado mes de abril habría de llegarse a acuerdos aceptables para nuestro país y nos pondría en condiciones de firmarlo, pero ante la inexistencia de ese acuerdo, la incertidumbre vuelve a aparecer, con la consecuente influencia en los mercados cambiarios. Obviamente tendremos que ser claros en que no es el único elemento que está impactando a los mercados cambiarios ni a la inestabilidad del tipo de cambio, pero se suma a otros elementos que tienen un carácter meramente nacional. Una vez terminado abril, mucho se especuló que no pasaría de los primeros días de mayo para poder cerrar los temas fundamentales para un buen acuerdo, aunque quedaran renglones pendientes en algunas ramas del comercio. Ya estamos sobre la segunda semana de mayo y nada ha pasado. La incertidumbre continúa y cada vez vemos más difícil que se llegue a un acuerdo convincente antes del proceso electoral. Algunos analistas opinan que si en junio no se tiene la culminación de este acuerdo se pasará hasta después de las elecciones y ya habiendo Presidente electo, lo que significaría esperar a firmar los acuerdos con la nueva administración mexicana. Afortunadamente, durante el mes de abril, México ante la lentitud de las conversaciones y avances con el gobierno norteamericano, que ha sido el gran factor que ha retrasado las negociaciones comerciales, incursionó en otros mercados con los que se tienen acuerdos comerciales, y se logró uno con la definición y cierre del TPP y otro más con la Unión Europea. Estos frentes nos abren nuevas posibilidades de comercio y nos hacen menos dependiente de los acuerdos que se lleguen a tener con nuestro vecino del Norte, aunque claro que éste es el mercado más importante para nosotros, también lo es para ellos, porque somos el tercer socio comercial después de China y Canadá. Las medidas dilatorias o las razones por las que el acuerdo se han empantanado es básicamente por los desacuerdos en la industria automotriz, que tienen que ver con dos renglones fundamentales: las reglas de origen, en la que Estados Unidos propone posiciones muy desventajosas para México, y los salarios, que desde la perspectiva de los trabajadores es muy favorable, pero desde la óptica de los inversionistas del ramo automotriz los llevaría a un nivel de incompetencia, porque implica que los salarios del sector crecieran más de 400% en los próximos años. Esta falta de acuerdos obviamente ha estado afectando al tipo de cambio, pero además, sumemos a ello el inminente incremento en las tasas de interés que ha venido dándose en el mercado financiero norteamericano, lo que traído un fortalecimiento constante del dólar, no ya únicamente ante las monedas de países emergentes, sino también con otras monedas del mundo. Pero además de esas razones de carácter externo, hay un causante endógeno que influye en ese ambiente de inestabilidad e incertidumbre, y es el del proceso electoral y la forma en que los pronósticos respecto de los resultados se vienen dando. Un clima de inestabilidad política o de falta de legitimidad o credibilidad en los resultados del proceso electoral, definitivamente incidirán en el tipo de cambio. De ahí la importancia que reviste que la competencia se dé dentro de un marco de respeto y de propuestas de gobierno, y se dejen de lado las descalificaciones que enrarecen el ambiente electoral, y restan credibilidad a mismo proceso y su resultado. Desde mi perspectiva, el acuerdo no debe firmarse, en tanto no se tenga la certeza de que las diversos capítulos y las reglas de operación hayan quedado totalmente claros y no haya duda de sus efectos. Ya que de firmarse de manera apresurada algún acuerdo para poder avanzar en esta ruta y con interés más de darle claridad al ambiente político y favorecer al grupo que hoy gobierna, una vez llegada la nueva administración las temas tendrán que revisarse y pudiera darse el caso de que nada de lo acordado pueda quedar vigente. Que a nuestros representante en las mesas de negociación, no les debe ganar la prisa y si el tiempo les da para sacar acuerdos que beneficien a nuestro país, adelante, pero que no dejen cabos sueltos que tarde o temprano se volcaran en perjuicio de nuestra economía. * El autor es economista de profesión, fue presidente del Colegio Estatal de Economistas y vicepresidente del Colegio Nacional de Economistas.

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