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Águilas y serpientes

Cada vez que hay una campaña electoral, que es casi cada año, surgen irremediablemente la guerra sucia, las descalificaciones, la denostación del rival, las apariencias para engañar, etcétera; una forma indigna e inmadura de competir políticamente en México. Esta tarea perversa, la llevan a cabo varios políticos, sus partidos y muchos de sus seguidores; y le siguen el juego algunos medios de comunicación que, mercenarios o no, influyen en la comunidad. Hay tanto abusivo, que cada vez, se disminuye más la esperanza de un cambio. En nuestro país, cada vez que hay corrupción, un crimen o un robo, las consecuencias más severas son hacer “memes”. De ese tamaño es nuestra inteligencia, psicología y moral personal. Para intentar contrarrestar parte o todo lo anterior, sería formidable que, en todos los círculos sociales, se conformara una campaña de invitación al juego limpio y/o, para desenmascarar generosa pero enérgicamente, a los que juegan rudo, en detrimento de la verdad, de las reglas, y de nuestra democracia. Quienes se integren, harían una extraordinaria labor en bien de la sociedad. Quienes no, sabremos de qué lado están. Parte importante de ello serían los medios de comunicación. Dentro de estos, existen las personas que, de alguna manera, emiten una opinión pública. Algunos hasta son líderes de opinión (y otros se comportan como si lo fueran). Un líder de opinión es capaz de ejercer influencia sobre las actitudes o la conducta de otros, hacia formas de pensar o de actuar; y lo hace en virtud de que es percibido como una fuente confiable de información. Su influencia se basa en su integridad y profesionalismo. No puede sentirse apto para opinar correctamente, quien carece de las virtudes esenciales de moral y ética del ser humano. Transmitir falsas percepciones es fatal, como lo son las campañas de odio, difamaciones, etcétera. La gente que se expresa bien desempeña un papel vital en la diseminación de ideas buenas, valores y creencias. Su principal característica es la credibilidad, con comunicación clara y convincente; con integridad, con principios morales, con justicia, con servicio a los demás y con la verdad. Mucho les falta a muchos para llenar estos requisitos. Es otra prioridad de la sociedad tener fuentes verídicas y no pitonisas. Si esta campaña de “civilidad”, corriera a través de las redes sociales, la opinión pública tendría bases verdaderas para sacar conclusiones. Todo, en aras de la lucha política centrada en propuestas, abierta al debate y no a la confusión. Con comunicadores adecuados sumados a la campaña, se esperaría que el público y la sociedad asimile el mensaje, intentando eliminar la indiferencia de la gente, provocada por tantas agresiones, venidas de la propia autoridad. Se influenciaría tanto en los ciudadanos para que opinen y ejerzan sus derechos, como en los partidos políticos, políticos y candidatos, para que respondan a lo que realmente quiere la sociedad. Hay que procurar un ejercicio ético, que muestre que lo que se dice es motivado por el deseo de mejorar la cohesión social. * El autor es asesor administrativo, presidente de Tijuana Opina y coordinador de Tijuana en Movimiento.

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