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Un éxodo por la fe: Testigos de Jehová rusos en Tijuana

Cientos de Testigos de Jehová rusos han llegado a Tijuana huyendo de la persecución religiosa en su país. Aquí se ha organizado una red humanitaria que los acoge, una historia excepcional en tiempos de incertidumbre.

Un éxodo por la fe: Testigos de Jehová rusos en Tijuana

Tijuana, B.C.- Desde que en 2017 el gobierno ruso logró clasificar judicialmente a los Testigos de Jehová como una organización extremista, sus más de 175 mil miembros en el país (según cifras propias) han sufrido el constante embate y persecución de las fuerzas del Estado a manos de Vladímir Putin. La situación política se agravó aún más con el inicio de la invasión rusa a Ucrania, una guerra que en diciembre está cumpliendo siete meses. Sin embargo, un puente humanitario y una operación de socorro hacia la libertad religiosa se han abierto en Tijuana.

La ciudad fronteriza al norte de México con Estados Unidos es el punto último por el que han transitado miles de ucranianos que huyen de la guerra y algunos disidentes políticos rusos. Pero el caso de los Testigos de Jehová rusos es singular, pues no huyen por causas ajenas a su voluntad, sino por su firme determinación de conservar su religión y fe.

Para llegar a esta ciudad han tenido que transitar por países como España, Dubai, Alemania, Italia, Polonia o Serbia, usualmente orientados por sus hermanos en la fe y un sistema desarrollado por la propia organización religiosa, que en México ha logrado resguardar a 483 rusos en su camino hacia su meta: Estados Unidos.

Al igual que otros miles de migrantes, el caso de los Testigos rusos también es el de personas que dejan atrás todo para lograr un sueño, en este caso, el de la plena libertad para ejercer su fe. En Rusia, a aquellos señalados como miembros de una organización extremista les espera la cárcel, el ostracismo y la posibilidad de perder la potestad de sus hijos menores de edad.

Llegan al aeropuerto internacional de Tijuana en grupos, en donde ya los espera una comitiva de sus hermanos, terminó con el que se dirigen entre sí, con letreros azules y las letras JW (siglas de Testigos de Jehová en inglés). Desde allí no los perderán nunca de vista para ayudarles en todo, pues suelen llegar solo con sus maletas y poco o nada de español.

Para recibirlos, la organización religiosa formó un Comité de Socorro para Refugiados de Europa del Este, compuesto por 225 voluntarios en Tijuana que organizan hospedajes, traslados, comidas, atención médica, necesidades religiosas y cualquier cosa que sus hermanos requieran.

Para atender a sus hermanos los Testigos de Jehová en Tijuana organizaron una cadena de suministros que ha recaudado 18 toneladas de vivieres. Fotos : Abdiel Ortega.

Job Pacheco, miembro del Comité, explica: “El objetivo es que las familias rusas se sientan cómodas mientras están aquí en Tijuana, aunque sea un poco recuperar el sentimiento de estabilidad. Un hospedaje digno les permite eso”.

De todas partes de Rusia y otros países de la antigua Unión Soviética, llegan a hogares de familias tijuanenses esparcidos por toda la ciudad que voluntariamente se ofrecen para hospedarlos. Hasta el momento, 40 familias se han registrado como hogares de acogida en múltiples ocasiones; son estos voluntarios los responsables de cuidar y ayudar a sus hermanos rusos.

Huir de la persecución

Tijuana solo es punto de paso y en promedio los Testigos de Jehová pasan temporadas de tres o cuatro semanas, a veces menos o más dependiendo del caso, antes de que su situación de asilo por persecución religiosa sea procesada y reciban autorización para entrar a EU, donde los reciben también otros Testigos para ayudarlos a llegar a ciudades como Sacramento o Nueva York.

A diferencia de otros ciudadanos rusos asilados en México esperando ser recibidos por EU, los Testigos de Jehová lo logran con relativa facilidad, pues es sencillo comprobar que son objeto de persecución por parte del Estado ruso. En su proceso, recurren a la organización sin fines de lucro Uscri (Comité Estadounidense para Refugiados e Inmigrantes, por sus siglas en inglés).

Durante este proceso, los Testigos rusos son cuidados por sus hermanos, especialmente para protegerlos de los peligros que hay en una ciudad como Tijuana y para suplir sus necesidades, no solo físicas sino también espirituales, que son prioridad para ellos.

En Rusia, la organización religiosa ha sido proscrita enteramente tras más de una década de juicios y acusaciones en medios de comunicación. Finalmente, en 2018 el gobierno ruso logró clasificar a los Testigos de Jehová como extremistas, poniéndolos al mismo nivel que grupos terroristas y del crimen organizado, bajo el amparo de una ley promulgada en 2002.

Apenas en junio de 2022, la Corte Europea de Derechos Humanos se pronunció al respecto a favor de los Testigos de Jehová y en contra del gobierno ruso, en un fallo de 192 páginas en el que señala, entre otras cosas, que esta organización “es una religión pacífica y legitima”.

Llegar a Tijuana

Buena parte de quienes llegan a Tijuana son familias. Su caso es particularmente complicado, pues de ser arrestados el gobierno tiene la posibilidad de quitarles a sus hijos y ponerlos bajo el resguardo estatal. Un ejemplo de ello es la familia Kozlov, con dos niños pequeños que llegaron a Tijuana en noviembre pasado.

El viaje de la familia Kozlov, originaria de la ciudad de Klin cercana a Moscú, no ha sido fácil pero vale la pena. “Estar en un país de dónde venimos, bajo la proscripción, que la situación se estaba poniendo más y más dura, se necesitó fe para irse”, contó Yura, padre de Erik y Artur, sobre su decisión.

Para la madre, Svetlana, el reto de viajar con dos pequeños por países como Serbia para llegar a México, enfrentándose a cambios culturales es compensado por otras experiencias positivas. “En Rusia, por ejemplo, acostumbramos a salir a caminar con mis hijos, es una actividad que hacemos siempre. Caminar por la ciudad, por diferentes lugares. Aquí no lo hemos podido hacer por diferentes circunstancias”, confesó.

Pero en Tijuana los Kozlov encontraron a una familia temporal. Los esposos Isidro y Rosa, vecinos de la colonia 10 de Mayo, los acogieron y desde entonces “los hemos adoptado como hijos y a sus hijos como nuestros nietos”, confiesa Rosa, quien vive con su esposo y cuyos hijos ya son independientes.

El matrimonio López se convirtieron en padres y abuelos para la familia Kozlov. Foto: Abdiel Ortega.

La motivación de los López para dejar entrar a su hogar a desconocidos es clara: “Aunque no los conocíamos, de todas formas la hermandad de los Testigos de Jehová nos permite conocernos, saber que somos personas amorosas. El amor es sobre todo lo que nos une”, explicó Isidro.

Llegar a una cultura tan distante como la mexicana de la rusa también ha supuesto un reto cotidiano, pues aspectos como la alimentación y la ropa son cuestiones que se vuelven importantes. Por ejemplo, los niños rusos, acostumbrados a ciertos alimentos como la avena tradicional de Europa del Este, han tenido que adaptarse a los alimentos locales.

"Pero la impresión que nos llevamos, es que la gente realmente es de mucho amor. Y la comida… vaya.. nos gustan los tacos, el ceviche de camarón, la música, los bailes, uff… muchísimo. Eso contagia realmente”, contó Yura sobre su experiencia en Tijuana.

Una red humanitaria

Sin permiso de trabajo y bajo el estatus de turista, las familias rusas que llegan a Tijuana no pueden trabajar legalmente. El problema del sustento bajo estas circunstancias ha sido resuelto por los propios Testigos, que se organizaron para recolectar alimentos, ropa y todo lo que necesitan los recién llegados para sobrevivir durante su estadía.

Desde que inició el programa de recolección de alimentos, el Comité de Socorro en Tijuana ha recaudado 18 mil kilos de alimentos y artículos de higiene personal que ha entregado en forma de 447 paquetes de despensa durante las pasadas 25 semanas, informó Carlos Blanco, miembro voluntario del Comité.

La labor de este Comité inicia cuando recibe a los huéspedes en el aeropuerto tijuanenses hasta que los lleva a la garita del Chaparral la fecha que el gobierno de EU les asigna para poder ingresar. Y durante todo ese tiempo, los Testigos rusos conviven con sus correligionarios mexicanos, quienes han organizado una congregación (termino con el que se designa a un grupo de Testigos) que dos veces por semana mantiene servicios en lengua rusa.

Isaí Pacheco, vocero autorizado en la región, definió la razón por la que actúan así para con quienes no conocen. “El amor, que es el principio clave en el que se basa toda la estructura bíblica y el cristianismo verdadero. Aunque no los conozcamos, por el amor que les tenemos, es como si los conociéramos de toda la vida”, dijo.

Los Proskurin, un caso singular

Leonid y Elena Proskurin con su hijo Ilia, fueron en sentido contrario. Decidieron quedarse a vivir en México. Al igual que otras familias rusas de Testigos, su prioridad era conservar a su hijo, por lo que primero salieron de Rusia, pasaron por Ucrania, antes de la guerra, y se establecieron Transnistria, una región en disputa al sureste de Ucrania bajo ocupación policial rusa que reclaman para sí Moldavia y Rusia. Allí, un día los Proskurin tuvieron que dejar todo atrás en menos de tres horas e iniciaron su propio éxodo.

Con 200 dólares en la bolsa, un auto y un par de maletas, huyeron de Transnistria luego de enterarse de que serían objeto de redadas policiales. El niño Ilia dejó atrás amigos y sus juguetes, algo por lo que confesó que aún llora en ocasiones. Su padre Leonid es de oficio plomero, y en Tijuana ha comenzado a obtener herramientas para poder trabajar con la ayuda de sus hermanos.

Leonid explica así su decisión: “Claro que primero pensábamos ir a Estados Unidos y lo primero que pensábamos y no en México porque para ser franco, en Rusia, la imagen que se tiene sobre México es distorsionada. Así que al llegar a México y vivir en México por un mes fue como si se nos cayera la venda de los ojos”.

Primero nos enamoramos de la gente. Vimos que la gente tiene cero prejuicios. El trato que recibimos y el trato a los niños. Comenzamos a ver dónde realmente ellos podrían vivir dignamente. Educar bien a su hijo. Dedicarle tiempo a ser más útiles en el ministerio, es decir, compartiendo la palabra de Jesús con las personas y la respuesta obvia fue México. Entonces decidimos quedarnos en México”, añadió.

La vida para los Proskurin, la primera familia rusa de Testigos que decide vivir en México, ha iniciado con el pie derecho. Actualmente están tramitando su ciudadanía mexicana, y viven en una casa prestada por una familia mientras encuentran un hogar.

Para ello, el Comité de Socorro les ayudará con los primeros meses de renta de su nuevo hogar y ha recaudado desde ropa y herramientas, hasta juguetes para Ilia, quien ya asiste a la escuela primaria.

Elena, quien pese no hablar español ya tiene amigas, el trato recibido ha sido bueno.

“Aplicamos para el asilo (en México) y nos respondieron sin más y así de simple. Tenemos ayuda médica y ayuda para nuestro hijo. Tenemos toda la ayuda necesaria que necesita un ser humano humanitariamente hablando. Nos sentimos muy bien aquí y queremos estar aquí”.

De los doscientos dólares que llevaban consigo, cien los utilizaron para comprar gasolina y poder huir. Pero en su camino sucedió algo que marcó especialmente al joven Ilian. “Nosotros somos gente pobre, no tenemos dinero. Y explotó la batería del carro. El seguro del carro pagó todo y así nos ayudó a reparar el carro y tener el dinero exacto para poder comprar los boletos”, recordó.

Su decisión de establecerse en México ha sido recibida con emoción por sus hermanos, quienes se han desbordado en atenciones y regalos para la nueva familia.

Cultivar la humildad

Sin saber español y en un país extraño, los rusos que llegan a Tijuana suelen encontrar en Mijail “Miguel” Stoma un guía para conocer su nuevo hogar temporal. Mijail llegó a los 17 años a México, y vive en Tijuana desde 1999. Casado con una mexicana y con un hijo pequeño, él funge como traductor para la mayoría de los rusos.

“Traen mucha información negativa pero no necesariamente lo es. Por eso trato de calmarlos”, contó. Pero en general, sus paisanos suelen adaptarse con facilidad al clima y la comida mexicanos. “Disfruten de estar aquí. Tienen todas las comodidades”, suele decirles, “déjense querer en cuanto a la comida. En cuanto a la vitamina T: Tacos, tortillas, tortas”.

En su función de traductor, Mijail coincide al presentarnos con Anton, de 37 años y soltero que dejó Rusia para evitar ser reclutado como reservista en el ejército ruso para la guerra en Ucrania, pese a que logró cambiar el servicio militar por el civil tras una disputa legal en 2010.

A Anton lo esperan su hermana y cuñado en Nueva York. Allí, quiere encontrar también la ayuda de los Testigos de Jehová. “A pesar de las situaciones a las que me he enfrentado siempre he sentido el apoyo de mis hermanos espirituales, ahí están siempre al pendiente. Jehová está al tanto y me ayudará. Al final se hará lo que él decida. En este momento es la oportunidad para seguir puliendo la paciencia y la humildad”, dijo.

No es el final

Recientemente, una investigación del diario San Diego Unión Tribune denunció la utilización por parte de algunas organizaciones religiosas de la excepción al llamado título 42 otorgado por las autoridades del CBP (autoridades fronterizas de EU) para cobrar hasta 2 mil dólares a ciudadanos rusos que intentan ingresar a aquel país. Además, los migrantes rusos también son objeto de extorsión en Tijuana, desde organizaciones criminales hasta taxistas que han llegado a cobrar 500 dólares para llevarlos del aeropuerto a la garita de San Ysidro.

A estos peligros no están expuestos los Testigos de Jehová rusos, pues desde su llegada a México, ya sea vía Cancún o Ciudad de México y durante su estadía en Tijuana, son cuidados por la red humanitaria creada para llevarlos con bien a su destino.

Los Proskurin decidieron quedarse en México y criar a su hijo Ilian en un ambiente de libertad religiosa. Foto: Abdiel Ortega.

Cruzar el puente migratorio de la garita del Chaparral no es el final. Una vez en Estados Unidos se enfrentarán a otros retos, pero los Testigos rusos tienen claro el por qué lo hacen. Elena Proskurin lo resumió: “Queremos que nuestro hijo crezca y llegue a ser una buena persona y que ame a Jehová y que ame a la gente. En realidad esa es la razón por lo que tuvimos que hacer toda esta travesía”.

La familia Kozlov decidió vivir en San Diego, en donde ya hay amigos suyos, y pronto volverán a reunirse con sus abuelos adoptivos los López, pero los papeles se invertirán, pues ahora serán los Kozlov quienes los alojen.

Cada semana llegan nuevas familias rusas Testigos de Jehová a Tijuana, tan solo la última semana de noviembre llegaron 65 personas más, y la situación no da atisbos de cambiar para bien. Sin embargo, mientras el puente hacia la libertad religiosa a través de México siga abierto tendrán una oportunidad para ejercer su fe sin miedo.

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