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El Imparcial / Tijuana / Leyendas

El terror de los niños traviesos

Cada que a Margarita le cuesta conciliar el sueño, recuerda las historias de espanto que le contó su abuela en los primeros años de su infancia.

Aunque cada historia le generaba cierto nivel de temor, su favorita era la historia de la Dama del Carruaje Negro, que por las noches visitaba a los niños mal portados.

La Dama del Carruaje Negro es confundida en ocasiones con La Llorona, leyenda popular conocida en casi todos los rincones del país, por la similitud de su lamento.

“¡Ay, mi hijo! ¿Dónde estará? ¿Serás tú?”, algunos de sus compañeros de primaria le juraban que habían escuchado por las noches tales palabras, mientras veían una silueta femenina rondar por sus ventanas.

Su abuela le contó que en los años previos a la aparición del automóvil, por las improvisadas primeras calles del centro de la ciudad se escuchaba pasar a toda prisa a un carruaje, mientras de fondo se apreciaban los lamentos de una espectral mujer.

Pocos se animaban asomar a mirada por la ventana, los que eran vencidos por la curiosidad se encontraban un escena que jamás se esperaban.

Jalado por cuatro caballos percherones color azabache y brillantes ojos rojos, el Carruaje Negro avanzaba a toda velocidad sin chofer aparente, el grito femenino provenía de la parte de atrás donde se apreciaba la figura de una mujer esbelta.

De vestimenta del mismo color de su transporte, la mujer viajaba en la parte de atrás del Carruaje, sin vidrios, o al menos así justificaban que sus lamentos fueran escuchados a todo volumen.

Algunos aseguraban que por la ventana presumía las cabezas de los menores mal portados, a los que confundía con su hijo extraviado.

A Margarita nunca le tocó ver la espectral escena y cada que su abuela la amenazaba con su aparición dormía cubierta por las cobijas de los pies a la cabeza.

Aunque se aventura a asegurar que en alguna noche, tras cometer varias travesuras o reprobar un examen de matemáticas, escuchó las pisadas de los caballos cerca de su ventana.

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