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Madres especiales, madres por convicción

Madres especiales, madres por convicción

Cada 10 de mayo, cada Día de las Madres, se asocia de manera natural por la mayoría de la gente con la idea de una mujer que ha gestado y dado a luz a un niño o niña, y que los ha criado y velado por ellos.



Sin embargo, existe un grupo de mujeres que, sin haber dado a luz y tenido en su vientre a un ser humano, también pueden llamarse madres y llevan el mismo crédito y admiración de sus hijos, a pesar de no compartir un vínculo sanguíneo.



Las adopciones en Baja California dependen de un proceso que puede durar desde 9 meses hasta varios años, dependiendo de cada caso y de la agilidad con la que las familias presenten la documentación que les requieren.



El DIF Estatal formalizó en el 2015 un total de 55 asignaciones o adopciones de niños en familias en todo el Estado, cifra que para este 2016 ha sido de 22. Actualmente hay 31 niños, niñas y adolescentes en análisis para ser asignados a hogares sustitutos.



A continuación le presentamos las historias de cuatro mujeres que se han ganado el título de madre:



Nacen del corazón



Luego de 9 años de casada, intentando infructuosamente tener hijos, Lupita Mendoza y su esposo, originarios de Mexicali y entonces residentes de Westmorland, decidieron adoptar.



Su primera hija, Faith, o Fátima, de apenas 6 meses de edad, duró con ellos apenas un mes, porque su madre biológica, con problemas de adicciones, logró recuperar la custodia. Ese tiempo bastó para que Lupita descubriera que tenía mucho amor para dar.



Luego del duelo vino Joe, un pequeño niño de un mes de edad, con quien convivieron apenas dos semanas. Sus padres estuvieron en prisión pero su familia directa apresuró que les fuera entregado, enfrentaron una segunda pérdida.



“Un día me hablaron y me dijeron que había tres hermanos, una niña de 3, un niño de 5 años y otra de 6, lo consulté con mi esposo y nos decidimos”, expresa Lupita, quien no resiste las lágrimas al recordar.



Un 3 de diciembre, los tres niños llegaron a su vida. Vivieron una etapa difícil, con niños inquietos y acostumbrados a vivir de manera temporal en varios hogares. “Me costó hacerlos entender que ésta era su familia, que ésta era su casa”.



Dos años después, Lupita se embarazó. Así sin más, tuvieron una niña, a la que llamaron Faith. Se mudaron a Calexico para poder estar en contacto con su familia en Mexicali. Un año más tarde, Lupita volvió a embarazarse, pero su bebé no sobrevivió.



Pasó otro año y un nuevo embarazo los sorprendió. Lupita y su esposo ahora están al frente de una familia de 5 niños. “Yo me di cuenta que los hijos nacen del corazón, a los 5 los amo como mis hijos y todos son mi familia”, dice convencida.



Recientemente se reencontró con Faith, su primera hija adoptiva. Al relatarlo no puede evitar las lágrimas de felicidad. Cinco años después, se dio cuenta que una amiga suya le da clases en una escuela del Condado Imperial, por lo que pudo verla y saber que está bien.



“Estoy muy feliz y muy tranquila de que está muy bien”, cuenta. Lupita se ha dado cuenta que el amor de madre le ha surgido del corazón. “No nacemos parientes, nos hacemos parientes”.




UNA PROMESA A DIOS








Cuando Beatriz Pacheco López se casó con su esposo, hicieron una promesa de dar hogar a un niño que por cualquier situación haya quedado alejado de su familia. Tuvieron dos hijos, pero cumplieron con su promesa.



Visitaron un albergue del DIF en Tijuana y, a pesar de que tenían en mente adoptar a una niña, pusieron sus ojos en un pequeño de 4 años. Fue amor a primera vista, así lo describe ese niño, 16 años después.



Luis Ángel Villalobos Pacheco hoy tiene 20 años y estudia la carrera de Derecho. Sabe que es adoptado y lo acepta sin prejuicios. Conoce poco o nada de su pasado o cómo llegó a un albergue y, asegura que, no le interesa.



Su primera salida con sus nuevos padres, recuerda, fue a un restaurante de hamburguesas y a una plaza con juegos infantiles. Desde esa convivencia, dijo, decidieron ya no separarse jamás e iniciaron el proceso de adopción.



Luis ha proyectado el amor a su madre de muchas maneras. Cuando tenía 14 años, estando en el coro de la Iglesia, le llevó serenata junto con sus compañeros. Con una rosa en la mano, entonaron la popular canción de Denisse de Calaf y las lágrimas de emoción corrieron por sus mejillas.



“Hemos tenido altas y bajas, como en todas las familias, con mis hermanos peleaba de chiquito, pero siempre me han tratado muy bien, de verdad la quiero mucho y quiero lo mejor para ella”, comenta Luis.



La acción de su madre lo ha motivado a que, cuando se case, algún día adoptará a un niño que haya estado en su situación. Quiere darle un hogar a alguien, como a él se lo dieron hace 16 años.




VOLER A SER MADRES








Fabiola Trujillo López era muy joven cuando fue madre. A los 15 y a los 17 años tuvo a sus primeros y únicos dos hijos varones. Hoy, a sus 35 años, ha vuelto a experimentar esa emoción a pesar de no haber tenido en su vientre un bebé.



Miguel Ángel llegó a ellos a través de una concuña. El pequeño, de apenas unos meses, había sido quitado de sus padres, quienes tienen problemas severos de adicción. La abuela paterna del bebé, no pudo hacerse cargo de él y vieron en Fabiola una madre idónea para el pequeño.



Durante el embarazo, la madre de Miguel Ángel siguió consumiendo drogas. El ambiente en el que se crió retrasó su desarrollo, pero hoy, a casi dos meses de estar en su nuevo hogar, su semblante es diferente.



La decisión para adoptarlo no fue fácil, en primera por el aspecto económico. Fabiola es ama de casa y el pequeño Micky, como le dice de cariño, requiere de atención y del amor que no pudieron darle los primeros meses que vio este mundo.



“Me di cuenta que ya lo quería como mi hijo cuando en una fiesta, un niño lo estaba molestando y le pegó, me di cuenta simplemente que lo quería y quería protegerlo, no sé qué pasaría si lo apartan de mi lado”, comenta Fabiola, Micky en su regazo.



Su esposo y sus dos hijos, ahora de 19 y 17 años de edad, lo aceptaron inmediatamente. Sin importar los esfuerzos que implica, decidieron correr el riesgo y el trámite de adopción ya tomó forma.



“Él tiene derecho a una familia y le queremos dar esa oportunidad”, comenta. Tan fue así su alegría de recibirlo que su familia le organizó una fiesta de bienvenida. “Este niño trae un angelote, y la verdad es que aquí todos lo amamos”.



La juventud durante la que tuvo a sus dos hijos, dice, no le dieron la oportunidad de apreciar este vínculo madre e hijo que ahora siente por Micky. Sin palabras para explicarlo, Fabiola relata que el proceso que han pasado para tener al pequeño, ha valido cada esfuerzo.



Con paciencia, esperan que el proceso de adopción finalmente prospere y que Micky, pueda tener el hogar que merece junto a ellos.



LA MADRE DE CIENTOS DE NIÑOS







A Socorrito le advirtieron que no podía tener hijos por estar a un grado de la leucemia, por lo que ella y su esposo consideraron adoptar, pero el destino les envió dos criaturas, pero luego retomaron su idea de adoptar y por ello ya es madre de cientos de niños.



Así lo dice Socorrito Hernández, quien junto a su esposo, fundó la Casa Hogar Manantial de Vida”, ubicado en el poblado Coronitas.



Después de tener a dos hijos propios, Ricardo Gilberto y Danahe, rescataron de un “picadero” a tres niñas, entre ellas, Danitza, quien se fue con una maestra y se quedaron con Marveli y Yoselin.



La familia de las pequeñas cedió los derechos, ya que su padre se encontraba en la cárcel y la abuela apoyó para la pronta adopción. Socorrito dijo que fue la oportunidad de gozar nuevamente la maternidad.



“No fue fácil, nos enfrentamos con violencia, golpes e insolencia, aún entre familia, poco a poco el amor y el abrazo de una madre y un padre tiene mucho peso para poder entender que sí hay alguien a quien le interesas”, compartió Socorrito.



Con el fin de ayudar a más niños, mudaron a un edificio originario de una reserva indígena en Phoenix, por lo que fue trasladado hasta el poblado para darle albergue a los niños vulnerables de Mexicali.



El 22 de marzo de 2005 tuvieron los primeros 2 bebés, en estos 11 años han asistido a más de 100 pequeños, cada uno dice que fue su hijo y le duele el corazón cuando tienen que irse, actualmente hay 13 niños y 9 niñas.



“No es más madre quien engendra, sino quien cría, yo les entrego mi vida, (…) esta es una familia grande donde tal vez temporalmente somos papás y hermanos”, mencionó.



Su hijo a los 27 años falleció en un accidente vial, el joven músico les enseñaba guitarra y batería a sus hermanos adoptivos, por lo que la pérdida no sólo afectó a sus padres, sino a los pequeños del orfanato.



Sin embargo Socorrito dice que Dios la fortalece, ya que ahora sabe que tiene más hijos y para ella es un honor buscar el bienestar de sus pequeños.

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