Jalkutat, una leyenda paipai
Cuentan los abuelos de estas tierras que hace miles de años aquí había una bestia empeñada en terminar con la raza humana, pero gracias al valor de un cazador pudimos sobrevivir.
De acuerdo a la leyenda paipai, de los primeros pobladores de la parte Norte de nuestro Estado, había un ser maligno que se comía a las personas, por lo que nuestras tierras estaban prácticamente vacías.
Este monstruo se llama Jalkutat, y se alimentaba de los hombres y mujeres que vivían en estas tierras, mucho antes que nosotros.
Incluso cuentan los paipai que había tan poca población que podían pasar días sin ver a otra persona, pues el apetito feroz de Jalkutat los estaba extinguiendo y dividiendo.
Jalkutat recorría con mucha velocidad los cerros, valles y sierras, y debido a su fuerza podía cargar varios cuerpos, los cuales se llevaba a su cueva para después comérselos.
Incluso se menciona que tenía un pozo en donde metía los cadáveres, los molía y después los consumía; hay quienes indicaron que Jalkutat mataba por matar, y ya no por alimentarse.
Varios descendientes de los paipai intentaron dialogar con la bestia, le ofrecían animales como comida, pero nunca pudieron razonar con Jalkutat, y también eran asesinados.
El héroe
Así transcurrieron muchas lunas, nuestros ancestros eran víctimas de esta bestia, la cual también era discreta y ágil a pesar de su gran tamaño, lo que le permitía sorprender a sus víctimas con facilidad.
Sobre su apariencia hay varias versiones, sin embargo, coinciden en que era un animal enorme, al parecer con piel como de reptil, pero que aparte de largas garras y dientes afilados, lanzaba fuego.
Poco a poco los Paipai comenzaron a reunirse, se informaban sobre las atrocidades de Jalkutat, primero como un método de duelo, pero después para planear cómo podrían deshacerse de la bestia.
Muchos hombres valientes intentaron hacerle frente a Jalkutat, pero todos sufrieron la misma suerte, ser devorados por su verdugo.
Pero llegó el día cuando los sabios de la tribu encontraron a un ágil cazador paipai, quien era rápido para lanzar una flecha, así que lo convencieron para que fuera a matar a Jalkutat.
Con mucho cuidado, el cazador encontró al monstruo acostado en una roca alta, estaba tomando el sol.
Así que el cazador afiló su flecha, sigilosamente se pudo colocar a unos metros de Jalkutat y entonces lo hirió.
Jalkutat, enfurecido, comenzó a lanzar llamas, incluso el cazador recibió algunas quemaduras cuando intentó escapar.
La flecha había herido de gravedad a Jalkutat, quien finalmente se metió a su cueva y no volvió a salir.
Desde ese día los paipai pudieron caminar libremente, al paso de los años nuestros valles se veían llenos de familias, niños. Nadie pudo confirmar que Jalkutat murió, por lo que podría seguir entre nosotros.
Esta tierra resurgió de las cenizas, para convertirse fértil, llena de gente trabajadora, pero es importante nunca olvidar que la maldad se esconde dentro de nosotros.
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