San Pedro Mártir, la ventana al cielo en México
Primera de dos partes
A pesar de ser uno de los cuatro puntos más importantes para la observación astronómica a nivel mundial, el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) es de los que menos inversión nacional recibe, lo que ha contribuido al rezago en equipamiento, comparado con otras naciones.
Ubicado a más de 2 mil 800 metros sobre el nivel del mar y con al menos 250 días de noches oscuras al año, el Observatorio Astronómico Nacional en San Pedro Mártir, es de los sitios con más demanda por parte de investigadores a nivel mundial para la observación.
La competencia directa del OAN en San Pedro Mártir son los observatorios astronómicos ubicados en las Islas Canarias de España, en Hawaii y, principalmente, en el desierto de Atacama, en Chile.
En este reportaje de dos partes presentamos una faceta previa a los grandes cambios que se vaticinan para el Observatorio, que marcarán una pauta histórica en el desarrollo de las ciencias en México y el mundo.
Cerca del cielo
Por la carretera transpeninsular, cerca del poblado San Telmo, un letrero de madera indica el rumbo hacia el parque de San Pedro Mártir. Una carretera de dos carriles serpentea a la vista a través de un llano.
De tráfico ligero, la carretera que conduce al parque nacional de casi 73 mil hectáreas de extensión, atraviesa llanos, algunos cerros, un valle e inicialmente, las casas de algunos pobladores locales.
Poco a poco se va elevando el camino, aparentemente imperceptible, pero es más notorio en el mirador del kilómetro 72, donde la vista, a unos mil metros sobre el nivel del mar, permite ver los cerros a lo lejos.
Más adelante, algunos letreros indican la entrada al Parque Nacional de la Sierra de San Pedro Mártir, declarado área natural protegida desde el 21 de febrero de 1947. Antes de llegar, cada curva reta la resistencia a las náuseas y mareos de los visitantes.
Casi al llegar a la entrada al complejo donde se encuentra el Observatorio Astronómico Nacional, dependiendo el clima, se pueden observar nubes a nivel, que poco a poco se convierten en neblina, como si fueron inundando los cerros.
Una vez en las instalaciones del OAN, a una altura de 2 mil 830 metros sobre el nivel del mar, cualquier forastero, tarda en habituarse a los efectos que la altura causa en el organismo, como la fatiga, el mareo e incluso ligeros dolores de cabeza debido a la presión.
De Tacubaya a San Pedro
El primer observatorio astronómico, incipiente, estuvo en Palacio Nacional y luego fue trasladado al Castillo de Chapultepec, en el Distrito Federal, pero la instalación de un observatorio meteorológico obligó su mudanza al edificio del Arzobispado de Tacubaya.
Para el año de 1929, el Observatorio se incorpora a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y debido al crecimiento de la mancha urbana, deciden trasladarlo al poblado de Tonanzintla, en Puebla.
Sin embargo, por las mismas razones del crecimiento demográfico, es necesario buscar un nuevo lugar. En colaboración con la Universidad de Arizona, la UNAM comienza a buscarlo, y con la ayuda de fotografías satelitales, deciden que San Pedro Mártir es el lugar ideal.
Entre 1967 y 1968 se determinó que la Sierra de San Pedro Mártir albergaría al nuevo observatorio, por lo que varios investigadores inician expediciones a caballo en el sitio para determinar el punto más privilegiado.
Para 1969 se habilita una cabaña que los hospedó, conocida como la Cabaña Roja. Más tarde, unos bungalows que recuerdan el mundo de Stanley Kubrick y el Bauhaus, serían los que, a la fecha, darían asilo a visitantes e investigadores.
William Schuster, aún investigador del Observatorio, recuerda su llegada a San Pedro Mártir, entre 1972 y 1973, siendo reconocido como uno de los pioneros de la investigación astronómica en este centro.
El cazador de estrellas
En una oficina, un piso debajo del telescopio, William Schuster espera que las nubes se disipen. En sus lentes se reflejan las imágenes de tres monitores que tiene frente a él, así como otros aparatos.
Mientras cuenta su experiencia de 42 años como investigador en el Observatorio Astronómico Nacional, también supervisa la reparación de la cúpula del telescopio que piensa utilizar una vez que el cielo se despeje.
Cuando se instaló el OAN en la sierra de San Pedro Mártir, Schuster viajó a México para participar, luego regresó a Tucson, Arizona, para defender su tesis. Pero después, decidió regresar a México.
El investigador ahora es ciudadano mexicano, se casó en este país y sus hijos nacieron mexicano. Platicar esto le hace que su rostro muestre una singular alegría.
Su trabajo está basado, mayormente, en la fotometría de las estrellas. Presume orgullosamente tener un catálogo con 2 mil 400 estrellas estudiadas por él, la mayoría antiguas, para detectar las mediciones de luz que emiten.
Schuster augura un pronto retiro de la astronomía, pero asegura que esta área de la ciencia va en crecimiento en México, particularmente por el interés de otros países en usar la ubicación de San Pedro Mártir para la instalación de otros telescopios o de utilizar los existentes para proyectos de investigación.
Para este segundo semestre del 2015, hay cerca de 66 proyectos pendientes aprobados por un Comité de Selección para utilizar los telescopios del OAN, gratuito para investigadores nacionales, pero con costo para extranjeros.
Cómo hablar del espacio exterior
Roberto Vázquez Meza, investigador del Observatorio Astronómico Nacional y astrónomo aficionado desde los 12 años, fue nombrado recientemente como coordinador de Divulgación Científica del Instituto de Astronomía de la UNAM en Ensenada.
De plática fluida y amena, el investigador muestra entusiasmo en el cargo y sabe que para generar el interés en la ciencia es necesario eliminar el lenguaje especializado y saber expresar lo interesante de la astronomía para cualquier persona.
Asume y con conocimiento de causa, que la astronomía siempre ha fascinado a la gente y esto facilita crear el interés entre niños y adultos, siempre cargados con preguntas y dudas sobre lo que hay más allá de lo que podemos ver.
Entre sus trabajos, recuerda con orgullo, se encuentra contribuir en la ubicación e identificación de una nebulosa, que inicialmente se pensaba más pequeña. Las fotografías de su “trofeo” se encuentran en la pared de la oficina, junto con un friso con una caricatura de Darth Vader.
Vázquez Meza cuenta que con gusto reciben al público, pero que por la naturaleza de investigación científica del mismo Observatorio, el acceso es limitado. “El objetivo de la astronomía es expandir el conocimiento”, dice.
Entre sus planes para los siguientes años, se encuentra buscar personal para atender las visitas de los ciudadanos, estudiantes y curiosos que buscan entrar al parque, y así poderlos atender la creciente demanda de visitas.
¿Y a mí qué?
Algunos circuitos de teléfonos celulares, los sensores para las cámaras de foto y video e inventos como la resonancia magnética, en al área de la medicina, fueron descubrimientos “colaterales” en el desarrollo de tecnología de la astronomía.
Los protocolos de redes WiFi y también los sistemas de dispositivos de Posicionamiento Global, conocidos como GPS, fueron desarrollados a partir de tecnología empleada en la astronomía.
Fernando Ávila Castro, astrónomo del OAN, explica que el desarrollo de tecnologías para las ciencias del espacio ha contribuido a tareas tan simples y cotidianas para las personas, que muchas de ellas ignoran que se generaron en el campo de la astronomía.
Para el caso de las fotografías, cuenta Roberto Vázquez Meza, la astronomía fue la responsable de desarrollar los sensores de las cámaras digitales, ya que requerían generar un material más sensible que la película de rollo.
En el proceso del estudio del espacio, se han desarrollado otras tecnologías, como la infrarroja, otros para pulir los espejos de los telescopios o sistemas robotizados para moverlos, algunos de ellos con patentes de la UNAM.
“La astronomía es la ciencia más antigua de la historia del hombre y, sin embargo, es la ciencia que impulsa y abre nuevos derroteros al futuro de la humanidad”, reza un ensayo de Manuel Álvarez, actual jefe del Observatorio Astronómico Nacional.
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