Abogada y vampiro, o la mujer mas tatuada
María José Cristerna Méndez, de 39 años de edad, es originaria de Guadalajara, Jalisco, es abogada penalista y tiene 4 hijos. También ostenta dos Récord Guiness como la mujer más tatuada y con modificaciones corporales en el mundo.
Se le conoce también como la “Mujer Vampiro”, tiene una banda de metal y un estudio que, junto con su esposo, crearon para realizar tatuajes. Se considera artista desde los 4 años, cuando la pasión por dibujar y colorear comenzó a aflorar.
Cristerna Méndez llegó a Mexicali como invitada especial para una exposición de tatuajes, que congregó a artistas internacionales y de varias partes de México. Es ahí donde concedió una entrevista exclusiva para LA CRÓNICA.
Guerrera
Casi todos sus tatuajes tienen un significado especial, pero unos son más significativos que otros. “Por ejemplo, en mi rostro tengo las estrellas, que representan a mi madre, que está en el cielo”, revela Marijosé.
En su cabeza, una serie de implantes transdérmicos sobresalen. “Esto representa una corona, la corona de una reina, de una guerrera que logró sobrevivir a la violencia”, prosigue.
Durante su primer matrimonio, Marijosé fue víctima de maltratos y vejaciones por parte de su esposo, con quien tuvo 4 hijos. Es un episodio doloroso que se refleja en su mirada y en su platicar, a pesar de tener un rostro, para algunos, dantesco.
Las rastas en su cabello reflejan también su espíritu guerrero, afirma. Los tatuajes en su rostro, las modificaciones en manos y brazos, narran su historia, similar a la de muchas mujeres mexicanas.
¿Por qué?
Es una pregunta que ha escuchado centenas de veces, pero parece que siempre tiene tiempo de explicar. Desde pequeña, una necesidad de expresarse como artista la dominó, y a través del tatuaje encontró una de las maneras de contar su historia.
Su primer tatuaje fue a los 14 años. Lo lleva en el brazo y es el logo de una banda de metal noruego llamado Bathory. La música es otra de sus pasiones, por eso, es vocalista de una banda de rock en Guadalajara.
Su transformación actual es producto de 24 años de paulatinas modificaciones corporales, de horas en la silla para tatuar y de interminables historias. “Decidí convertirme en un lienzo humano”, dice con seguridad.
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