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Leyenda: Niños en la Delegación Centro

Murieron siendo unos niños, sus cuerpos fueron alcanzados por las llamas, pero sus almas quedaron atrapadas en los pasillos de la que actualmente es la Delegación Zona Centro.



La plaza San Ángel, ubicada en calle Coahuila entre Madero y Negrete, en la década de los ochenta fue un orfanato, Rachel, Martín, Humberto, y Ayleen, era algunos de los niños que ahí habitaban, sus nombres y manos están pintadas con colores en el piso de las oficinas.



“Iba caminando por el pasillo y miré a una cabecita asomándose, y otra vez en la que estaba todo apagado, se escuchaban pasitos”, recordó un trabajador de Administración.



Un incendio acabó con las ilusiones de los pequeños, quienes ahora, se la pasan haciendo travesuras, las cuales asustan a los trabajadores municipales.



“Siempre nos hacen travesuras, a veces no encontramos las cosas o cuando llegamos en la mañana esta todo batido”, comentó una de las empleadas.



Durante esta época navideña, una de las empleadas adornó un árbol con caramelos, pero todos los días lo tiene que acomodar porque los dulces los encuentra cada mañana en el piso.



“Hace algunos años vino un gringo a poner un arbolitos para los niños, en el piso están sus manitas con nombres y fechas pintadas con colores”, agregó otro empleado.



Algunos han sido testigos de hechos sobrenaturales, pero a todos les ha tocado escuchar de alguna aparición o travesura de los pequeños, lo que hace que les genere temor el ser el último en dejar las oficinas.



Las huellitas


Fue apenas hace dos años que la plaza se convirtió en las oficinas de la Delegación Zona Centro, y durante este 2014, también abrió sus puertas para el Instituto Municipal de la Mujer (Immujer).



“Estamos seguros que tenemos visitantes aquí, fantasmitas, porque antes del 2 de noviembre estuvimos limpiando la parte de abajo y empezaron a salir las huellas en el agua”, afirmó una empleada de la paramunicipal.



“Yo caminaba y cuando empezaba a caminar se marcaron las huellas de niños saltando, como si estuvieran jugando a un lado de mí, no le tomaba importancia por el miedo, seguí caminando y seguían jugando”, agregó.



Para comprobar lo que había ocurrido, dijo, un compañero colocó cal sobre todo el piso, sin embargo, no ocurrió nada en esa ocasión, sino hasta que se montó el altar de muertos y se percataron que las huellas habían quedado marcadas.



Las huellas que han aparecido, comentó, están registradas en fotografías y videos.



“Hace unos días dejé mi cartera y estaba como loca buscándola y de la nada al día siguiente apareció”, apuntó.



A otra compañera, platicó, las huellas de niños le aparecieron en su escritorio, y en más de una ocasión le llegaron a derramar refresco.


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