La enlutada del Centro
“La Enlutada” se desencarnaba en vida, y generó una sicosis en los años 50 en Tijuana cuando recorría las calles del Centro pidiendo limosna y amenazando con infectar de lepra a quienes no la ayudaran.
Si alguna vez he tenido miedo, fue en la época de las apariciones de “La Enlutada”, platicó Miguel Fernández Ortega, quien en ese entonces, en 1957, tenía 13 años de edad.
La pordiosera leprosa usaba un vestido negro y para ocultar que sólo tenía un ojo, la nariz carcomida, y la boca sin labios, se cubría la cara con un velo que llegaba hasta el suelo y sostenía con la mano derecha, donde tenía una mancha.
En la cara, tenía algodones infectados que aventaba a quienes no la ayudaban, se describe en el libro Leyendas de Tijuana escrito por Olga Vicenta Díaz Castro, conocida como Sor Abeja.
“La gente que vivíamos en aquella época creíamos que la lepra inmediatamente desfiguraba la cara, y se creó una sicosis porque aparecía dos o tres veces a la semana”, recordó Fernández Ortega.
“La Enlutada” se apoderó de la ciudad, y nadie se atrevía a cruzar las calles de noche temiendo encontrarse con ella, ver cómo se le caía la piel a pedazos y que pudiera ser infectado.
Se cuenta que la gente le aventaba dinero y los comerciantes le dejaban hasta medicinas en puertas y ventanas, pero nunca se le acercaban.
También se decía que era un ánima en pena que salía de la capilla de Guadalupe a recorrer las calles para luego regresar y pedir perdón por sus pecados.
De acuerdo con Sor Abeja, “La Enlutada” era una muchacha de menos de 17 años que había llegado de Guadalajara porque unos turistas estadounidenses habían prometido adoptarla, pero como no cumplieron, se quedó sin dinero y optó por disfrazarse para pedir limosna.
Con el tiempo comenzaron a surgir más enlutadas, pero la verdadera desapareció cuando entre un pleito entre las supuestas “Enlutadas”, se encontró una cartera llena de dólares.
Nunca existió
La leyenda fue plasmada en los periódicos, principalmente en El Heraldo, el 30 de mayo de 1958 fue la primera vez que la historia salió en la portada, y durante tres meses se le dio seguimiento, pero un día de la nada ya no hubo más “Enlutada”, comentó Fernández Ortega.
“Una vez estábamos en una esquina, vimos un carro que pasó y con el reflejo de la luz del poste no vimos quién era, alguien dijo que ‘La Enlutada’ y corrimos a la casa, como una cuadra. No vimos nada pero creímos que fue ‘La Enlutada’, no salí como en tres días y dormíamos con la luz prendida”, agregó.
“La Enlutada”, sostuvo, nunca existió; fue una creación de Sergio Montelongo, un dibujante que trabajaba como reportero aficionado en El Heraldo, al que se le ocurrió la historia para vender más ejemplares.
“Nunca existió, hicieron que existiera y a mucha gente que fue llegando a Tijuana, su mamá les decía que se les iba a aparecer ‘La Enlutada’”, dijo.
Aunque las historias de “La Enlutada” dejaron de publicarse en el periódico, apuntó, la gente continúo hablando de ella y se convirtió en leyenda.
“No tuve miedo, tuve pavor, pero en mi ignorancia tuve una duda porque nada más se le aparecía a tres clases de personas, a choferes de taxi, mujeres de la vida galante y personas que trabajan en cabaret”, señaló.
Tuvieron que pasar 51 años, señaló, para que conociera al hijo del dueño de El Heraldo, quien le contó la verdadera historia de “La Enlutada”, la leprosa limosnera que aterrorizó a la ciudad en los años 50.
Comuníquese
¿Conoce alguna leyenda de Tijuana?, compártala con nosotros. Puede enviarla al correo lectorfrontera@frontera.info.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí