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‘Siento que voy a perder la razón’

“Janeth” es una mujer de 27 años de edad, originaria y residente de Tijuana, dentista, está soltera y vive con sus padres.



Solicitó consulta de siquiatría por primera vez porque había tenido varios episodios muy desagradables donde sentía que se iba a infartar; ya había acudido con varios médicos, le hicieron algunos estudios y le dijeron que todo estaba normal, también acudió con una sicóloga quien fue la que le sugirió una valoración siquiátrica.



“Janeth” acudió acompañada de su madre, pero entró sola a consulta. Relató que la primera vez que se sintió mal fue seis meses previos a la consulta; estaba en el aeropuerto porque iba a salir de vacaciones, le preocupaba que “la fuera a dejar el avión” porque iba tarde; al ver la fila para documentar muy larga empezó a sentir desesperación, el corazón le latía muy rápido, además de una opresión en el pecho que le dificultaba respirar; luego empezó a sudar y a temblar; tuvo el presentimiento de que algo malo iba a suceder, que podía morir en cualquier momento, por lo que decidió posponer su vuelo y hacerse una revisión médica.



Para su sorpresa, tanto los estudios de laboratorio e imagen como la exploración física estuvieron en límites normales; “Janeth” estaba desconcertada porque a pesar de esos resultados ella seguía sintiéndose mal, con el transcurso de los días tuvo otros episodios similares, cada vez más intensos; algunas veces además de lo descrito anteriormente, tuvo dolor abdominal y náusea. Aunque estos eventos duraban sólo unos minutos, a ella le parecían una eternidad; acudió incluso con un cardiólogo porque estaba segura de que le iba a dar un infarto, pero después de varios estudios, le dijo lo mismo que el resto de los médicos: Todo estaba normal, probablemente era estrés y le sugirió acudir con una sicóloga.



Cada día se sentía más incapacitada para trabajar y hacer sus actividades. Tenía miedo de manejar o salir a la calle sola porque pensaba que le podía pasar algo y nadie le ayudaría. Además comenzó a tener crisis de llanto porque creía que si todo estaba bien con su cuerpo entonces su mente estaba mal y tal vez se volvería loca. Cuando acudió con la sicóloga, esta le explicó que además de la sicoterapia tenía que acudir con un siquiatra, ya que probablemente necesitaba tomar algunos medicamentos.



Durante toda la entrevista la observé muy temerosa e inquieta, movía constantemente las piernas y las manos, mientras me relataba su historia, incluso presentó los síntomas que había descrito, por lo que la trasladé al área de Urgencias, donde permaneció unos minutos, mientras que se le administró un medicamento.



ANÁLISIS DEL CASO



“Janeth” padecía un trastorno de ansiedad llamado Ataques de Pánico. Se le prescribió un antidepresivo, un ansiolítico y continuó con sicoterapia. Los episodios de ansiedad cada vez fueron menos frecuentes e intensos, poco a poco empezó a hacer sus actividades diarias y en la última consulta dijo muy contenta: “Hoy manejé yo sola a la cita, y ya estoy preparando mis vacaciones nuevamente, estoy contenta porque he recuperado el control de mí misma”.



La ansiedad es un estado displacentero que se acompaña de cambios físicos y sicológicos. A diferencia de la respuesta emocional relativamente leve y transitoria causada por un evento estresante, los trastornos de ansiedad son crónicos y pueden empeorar si no se les trata; se consideran patológicos por su presentación irracional, ya sea porque no hay un estímulo que lo provoque, porque la intensidad es excesiva o la duración es muy prolongada, generando disfunción en la persona que la padece.



También pueden observarse en personas que padecen otras enfermedades mentales o físicas, incluyendo abuso del consumo de alcohol o sustancias, lo cual puede enmascarar los síntomas o empeorarlos.



El malestar y la sensación de peligro del ataque de pánico son tan intensos que a menudo las personas creen que están teniendo un ataque al corazón u otra enfermedad que amenaza la vida.



Algunos de los síntomas pueden incluir palpitaciones o ritmo cardiaco acelerado, sudoración, temblor, sensación de falta de aire o ahogo, dolor en el pecho, náusea o malestar abdominal, mareos, desmayos, escalofríos, miedo a morir, a perder el control o a volverse loco, entumecimiento o sensación de hormigueo, sensación de que lo que está pasando no es real o sentirse ajeno a sí mismo.



Los pacientes frecuentemente presentan “ansiedad anticipatoria”: Una preocupación ante la posibilidad de reaparición de los ataques. También pueden presentar conductas de evitación, ya que creen que son incapaces de cuidarse durante un ataque de pánico.



Puede existir un factor genético para la predisposición a desarrollar ataques de pánico, lo que hace al individuo vulnerable a los trastornos de ansiedad; se ha reportado que hasta en un 60 a 96% de los casos se han identificado acontecimientos estresantes, los cuales precipitan la crisis. La prevalencia en México de los trastornos de ansiedad a lo largo de la vida es de 14.3%, siendo estos los más frecuentes de todos los trastornos mentales.



También se ha observado que los ataques de pánico tienen una prevalencia mayor en las mujeres que en los hombres.



Si usted o algún familiar padecen ataques de pánico es muy importante buscar ayuda con profesionistas especializados. En el Hospital de Salud Mental se cuenta con un equipo de médicos especialistas en siquiatría y sicólogos clínicos para tratar este trastorno.

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