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La frontera como arteria económica: la urgencia de garantizar su flujo

El bloqueo en la garita comercial de Mexicali-Calexico es un severo recordatorio de que la eficiencia en los cruces fronterizos es una condición vital para la economía mexicana.

Salvador Maese Barraza

“La peor de todas las crisis es la parálisis de la voluntad y la inercia ante lo urgente.”

El bloqueo en la garita comercial de Mexicali-Calexico es un severo recordatorio de que la eficiencia en los cruces fronterizos es una condición vital para la economía mexicana. Este evento, que trasciende lo logístico al estar vinculado a la gestión del agua, paraliza la cadena de suministro y evidencia una vulnerabilidad crítica que amenaza la competitividad nacional en un momento clave.

México y Estados Unidos conforman una de las regiones económicas más integradas del mundo. El comercio bilateral depende en su mayoría del transporte terrestre a través de una red de cruces de carga. Puntos como Laredo, Mexicali, Tijuana y Ciudad Juárez son los corazones logísticos de industrias estratégicas como la automotriz, electrónica y agroindustrial. La frontera no es una línea divisoria, sino un lazo de integración productiva que sustenta el modelo de exportación.

Las pérdidas, estimadas en 100 millones de dólares diarios incluyendo todos los sectores de la ciudad y su valle, son solo la punta del iceberg. Las empresas que operan con inventarios ajustados ven paralizada su producción; la mercancía perecedera se echa a perder y se incumplen compromisos con cadenas globales justo a tiempo. Este incidente se enmarca en protestas que, en períodos anteriores, generaron pérdidas por cientos de millones de dólares en exportaciones no realizadas. Cada hora de retraso erosiona la confianza de los inversionistas y pone en riesgo empleos, debilitando la ventaja competitiva que México ha construido con tanto esfuerzo.

Si bien existen iniciativas binacionales para modernizar infraestructura, el bloqueo actual revela que el desafío es más profundo. La resiliencia fronteriza también depende de abordar temas fundamentales como la seguridad hídrica y el diálogo social permanente. La solución trasciende la mera infraestructura física; requiere mecanismos de gobernanza y comunicación efectiva que prevengan que los legítimos reclamos sociales estrangulen la actividad económica vital para todo el país. Es imperativo fortalecer el diálogo de trabajo donde autoridades, sector privado y comunidades encuentren soluciones estructurales, no parches de emergencia.

La urgencia demanda una acción inmediata y coordinada de todos los actores. Las autoridades federales y estatales deben priorizar el diálogo para desactivar conflictos y acelerar los planes de modernización ya pactados. El sector privado debe continuar su abogacía por la mejora regulatoria y diversificar rutas logísticas. Y los sectores sociales deben canalizar sus demandas por vías que no sacrifiquen el bien común económico. La garita de Mexicali es una sirena de alarma que no podemos ignorar. Garantizar cruces fronterizos ágiles, seguros y predecibles no es un tema administrativo, sino de soberanía económica y prosperidad compartida. De ello dependen millones de empleos, nuestra reputación como país y el futuro de la integración regional. El tiempo de la voluntad y la acción es ahora.

*- El autor es Presidente de Index Mexicali.

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