En la Era de la Inteligencia Artificial, ¿el empleo se vuelve irrelevante?
Hace 5 años Amazon tenía un robot por cada 5 empleados, hoy tiene un robot por cada dos empleados y la tendencia sigue en aumento.

Hace 5 años Amazon tenía un robot por cada 5 empleados, hoy tiene un robot por cada dos empleados y la tendencia sigue en aumento. En 1900, Estados Unidos contaba con 21 millones de caballos. Eran indispensables: movían carruajes y araban campos. Para 1960, apenas quedaban 3 millones. La llegada del motor de combustión interna los había vuelto económicamente irrelevantes. Esta historia, debería quitarnos el sueño en México, donde el 60% de los empleos dependen de actividades susceptibles a la automatización.
Durante décadas, nos hemos tranquilizado con la idea de que siempre habrá trabajo, una “falacia del trabajo fijo”. La Revolución Industrial no eliminó el empleo; lo transformó. Los tejedores se volvieron operarios fabriles, y los cocheros se hicieron taxistas. Pero el Premio Nobel Wassily Leontief advirtió en 1983 que los humanos podríamos ser para la inteligencia artificial lo que los caballos fueron para el motor de combustión. Una vez que la tecnología correcta llegó, la demanda de trabajo equino simplemente desapareció.
Esta transición ya es visible en nuestra frontera. En las maquiladoras de Tijuana, donde antes miles de personas ensamblaban componentes, hoy robots colaborativos realizan tareas de precisión 24/7.
Un directivo de una planta aeroespacial me comentó que su inversión en automatización se pagó en 18 meses. “No es contra los trabajadores mexicanos,” aclaró, “es matemática pura: un robot no pide aumentos, no se enferma, no forma sindicatos”.
Mientras celebramos el nearshoring, ignoramos que las fábricas que llegan emplean cada vez menos personal por cada peso invertido. Brynjolfsson y McAfee identifican tres barreras temporales que nos protegen:
Capacidades Físicas Únicas: Esta ventaja tiene fecha de caducidad, con avances como los robots de Boston Dynamics que ya hacen parkour.
Superioridad Cognitiva: GPT-4 ya aprueba exámenes de abogacía. La brecha en sentido común, creatividad y resolución de problemas se cierra aceleradamente.
La Necesidad de Conexión Humana: Esta es nuestra tabla de salvación. Valoramos maestros que inspiren, meseros que recuerdan nuestro nombre, terapeutas que empatizan y artistas que nos conmueven.
México no tiene una estrategia nacional coherente para la reconversión laboral, y la informalidad alcanza el 55%. Estamos mal preparados para el tsunami de la automatización.
Si las máquinas generan la riqueza, ¿por qué no distribuirla? Imaginemos que la productividad de los robots en Tijuana financie un ingreso básico universal o la educación continua de trabajadores desplazados. Suena utópico, pero la alternativa —millones de mexicanos económicamente irrelevantes— es distópica.
La diferencia crucial es que los caballos no votan, no protestan, ni se organizan. Los humanos sí. México tiene una ventana estrecha: podemos aprovechar el nearshoring para financiar masivamente la transición hacia una economía post-laboral, invirtiendo en educación STEM y redes de protección social. O podemos seguir celebrando empleos que serán automatizados en menos de una década.
Leontief tenía razón: el trabajo humano podría dejar de ser el factor de producción más importante, pero a diferencia de los caballos, nosotros podemos elegir nuestro destino.
Mientras escribo esto, un robot ensambla dispositivos médicos con precisión nanométrica en Tijuana y en algún rancho de Tecate o Playas de Rosarito, un caballo pasta tranquilo, ajeno a su reducida relevancia económica. La pregunta es si tendremos la voluntad política y social para construir nuestro propio futuro antes de que sea demasiado tarde.
- *- El autor es Doctor en Economía, Maestro en Desarrollo Regional, profesor-investigador en Cetys Universidad.
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