El amor por las mascotas
La relación que establecemos con nuestras mascotas es el tema de la columna.

La relación que establecemos con nuestras mascotas es el tema de la columna. La idea surge de ser hoy la celebración del día de muertos para mascotas, y la muy reciente pérdida del segundo perro en mi vida al que le platicaba, algo en su mirada me invitaba a soltarle una frase como quien habla con otro. A los 18 años llegó a mis manos una perra que me leía el pensamiento, la agudeza del Fox Terrier le permitía anticipar mis conductas, fue un vínculo muy especial y mi principal compañía en medio de una enfermedad, no estaba solo, simplemente su actitud, aparentemente entendiendo la situación, hizo que no se me despegara por días. Ahora le tocó a mi perra Schnauzer, perdió la vida después de una larga enfermedad, aunque hasta hace un mes estaba bastante bien. Escribir sobre esto, estando en medio, no es tarea fácil, hay que evitar personalizar un tema. Lo cierto es que hemos adquirido en este siglo un vínculo muy fuerte con nuestras mascotas, con frecuencia exagerado, inevitablemente, por el impacto de la pérdida de ese vínculo. No pocas veces he atendido como urgencia a un paciente con algún padecimiento psiquiátrico que presenta un estrés post traumático mayor por la muerte de su gato o, más frecuentemente, su perro. Esta idea del altar de muertos para tu mascota pienso puede incluirse en esa exageración social que está habiendo, tratarla como un miembro de la familia. Finalmente se trata de una costumbre de no más de diez años, producto de las redes. Me puse a revisar y me enteré de que este 29 se recuerda a los que no tienen quien les rece, el 30 a los que murieron ahogados o en desgracia y, como ya sabía, el 31 es para los inocentes del purgatorio, los angelitos no bautizados, el 1° es la antigua ceremonia para los niños, así como el 2 de noviembre es el día de muertos. Una centenaria tradición, que se ha banalizaOrganizaciones do, los altares ya no tienen el mismo simbolismo del siglo pasado. James Bond puso de moda en la CDMX el desfile de muertos, un carnaval, a mí me gusta, pero hay extremos como la película Coco. Pienso hay que incluir el altar a la mascota como extremo, somos frágiles a esa seductora capacidad única de algunos perros de identificar nuestros gestos faciales, nuestros tonos de voz. Mucho tiene que ver la fidelidad canina que da la sensación de un apego garantizado, ojalá y así fuéramos los humanos. El vínculo llega a extremos de llamarlos “perrhijos” o francamente “mi bebé”, mucha proyección, veo más mascotas y menos hijos. Adiós Penny, te recordaré siempre.
- *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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