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Emprender y ser mamá: el arte del equilibrio con una sonrisa

Ser mamá y emprendedora no es tarea fácil, pero tampoco tiene por qué ser una lucha constante.

Bibiana Caloca

Ser mamá y emprendedora no es tarea fácil, pero tampoco tiene por qué ser una lucha constante. A veces, la vida te lanza la idea de un negocio justo cuando aprendes a cambiar pañales con una mano y preparar un biberón con la otra. Y aunque muchos piensen que es una locura, la verdad es que emprender siendo mamá puede convertirse en una de las experiencias más gratificantes, caóticas y divertidas que existen.

Primero, hay que dejar atrás el mito de la “mamá perfecta”. Esa que tiene la casa impecable, los hijos peinados y el negocio marchando como un reloj suizo. La realidad es que hay días en que el café es tu mejor amigo, el celular tu oficina portátil y el silencio un lujo. Pero también hay momentos en los que tu hijo te inspira una idea brillante o te recuerda por qué vale la pena seguir soñando.

Emprender y ser mamá te enseña a ser más creativa que nunca. Cuando no hay tiempo, se inventa. Cuando no hay recursos, se improvisa. Y cuando el cansancio te gana, aparece la motivación más grande: el deseo de construir un futuro mejor para tus hijos. Cada pedido entregado, cada venta lograda y cada cliente satisfecho se sienten como pequeñas victorias personales.

El secreto está en aprender a reírte de los tropiezos. ¿Una junta importante mientras el bebé llora? Ocurre. ¿Una entrega fallida porque tu hijo se enfermó? También pasa. Pero al final, lo que cuenta es la actitud con la que enfrentas los días difíciles. No se trata de hacerlo todo, sino de hacerlo con amor y propósito.

Ser mamá emprendedora te obliga a encontrar equilibrio entre los sueños profesionales y los abrazos antes de dormir. Y aunque ese equilibrio a veces se vea más como un malabar que como una rutina ordenada, cada intento te fortalece. No hay manual perfecto, pero sí muchas maneras de lograrlo: organizarte con listas, aprender a delegar, pedir ayuda y, sobre todo, darte permiso para descansar sin culpa.

Emprender con hijos a bordo también te vuelve una maestra del tiempo. Aprendes que veinte minutos bien aprovechados pueden rendir más que dos horas distraídas. Te conviertes en estratega, creativa y todoterreno. Y sí, puede que termines contestando mensajes con una mano mientras das papilla con la otra, pero cada pequeño esfuerzo te acerca a tus metas.

Al final, ser mamá emprendedora no es solo tener un negocio: es construir un ejemplo de perseverancia para tus hijos. Es enseñarles que los sueños se trabajan, que las caídas no detienen y que las metas se alcanzan paso a paso, sonrisa tras sonrisa.

Porque emprender y ser mamá no es cuestión de elegir entre uno u otro. Es decidir vivir ambas facetas con pasión, humor y mucho amor… aunque el café siempre se enfríe.

  • *- La autora es mamá, emprendedora y empresaria.

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