La realidad distorsionada
Como psiquiatra observo que el mundo se está volviendo loco, no como metáfora sino como observación clínica real.

Como psiquiatra observo que el mundo se está volviendo loco, no como metáfora sino como observación clínica real. La normalización de lo que hasta hace poco era exótico, torcido o francamente inadmisible es el síntoma más evidente de esta psicosis incipiente. El pronóstico de un primer episodio psicótico depende de muchos factores, lo usual es que llegue para quedarse. No puedo imaginar en qué direcciones podría evolucionar la civilización, los delirios son tan únicos como el de cada psicótico, sin embargo, tiene patrones paranoicos, estos los observamos desde afuera, para el enfermo sus ideas delirantes no tienen ni un pelo de sinsentido es una forma de darle sentido al desorden, al caos mental. Visto el mundo fríamente y con objetividad, resulta algo delirante lo que leemos o vemos en la pantalla del escenario mundial. No me refiero a la epidemia de actos psicóticos que culminan en un aseblicado sinato, muy sintomático en Estados Unidos siendo uno de cada diez homicidios, muy frecuente. Me refiero a esos sucesos y palabras en esos microdelirios colectivos resultado del exceso de información mediante una hiperconectividad con la red, fragmentando la atención del individuo hacia fuentes de información como puede ser TikTok, YouTube, Instagram u otras. Donde lo verdadero y lo falso, lo profundo y lo superficial se funden, limita la información obtenida en el curso de la vida e interacción con otros. La capacidad de asombro se pierde en noticias como el premio Nobel de la paz, o el más reciente concierto del presidente Miley. Un complejo ejemplo es la certeza de los lideres de la Unión Europea de que Rusia planea invadirlos, aunque el mismo Trump declare que es algo altamente improbable, el mensaje colectivo europeo es ese, no hay que detenerse a reflexionar y analizar, hay que tomar rápidamente partido y por lo tanto creer casi cualquier cosa. El exceso de comunicación destruye la comunicación (Baudrillard), no sólo se distrae al individuo, sino que no puede detenerse en este consumo de “verdades”. En el siglo pasado solía decirse “lo dijeron en los periódicos” como referencia de verdad, ahora es la imagen más que la letra lo que convence, la IA tiende a reemplazar al juicio crítico. De manera que nuestra relación con lo real, que ya de por sí era imaginario, ahora es muy frecuentemente falsa o distorsionada. Se escapa del vacío existencial en una identidad con un grupo virtual, máxime si se comparten las creencias, mismas que el algoritmo alimenta, las imágenes son más verdaderas que los hechos. Un primer ejemplo fue el movimiento de la bandera en la llegada a la luna, a la fecha hay quien piensa no hubo alunizaje. Los acontecimientos ya no ocurren en la realidad, sino en su representación.
- *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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