La era de los placebos
¿Quién no conoce a alguien que esté tomando magnesio? Así son las modas en el imaginario médico.

¿Quién no conoce a alguien que esté tomando magnesio? Así son las modas en el imaginario médico, de golpe algún detonante, frecuentemente comercial, dispara el consumo de esto o aquello, producto de esa sabiduría que imagina tener la persona a partir de información en redes sociales, hay un efecto contagio de los supuestos grandes beneficios en fulano o zutano y no se resiste la tentación probarlo. Lo más sorprendente es que sí funciona, como placebo, pero funciona. El paciente asegura grandes ventajas en su salud a partir de tomar un suplemento o un fármaco de origen botánico, tanto que frecuentemente ni lo contradecimos para que si se tome lo que realmente tiene indicado. En cada especialidad vemos más unos u otros placebos. En psiquiatría escuchamos testimonios de magnesio, ashwagandha, ayahuasca, cúrcuma, valeriana o CBD con frecuencia, entre otros. Hace unos años era el ginseng, “tés chinos” para adelgazar, la acupuntura, la homeopatía, las flores de Bach, imanes, cuarzos, reiki o aromaterapia. La impotencia ante nuestra fragilidad natural nos invita a tomar cartas en el asunto y recurrir por nuestra cuenta a un recurso protector ante la angustia existencial (Freud) dando una sensatual ción de control (Winnicott). Sabiendo que la medicina tiene límites, es que buscamos el recurso milagroso, nos queremos pasar de listos con la ciencia, ya que esta nos confronta con nuestro inevitable destino. Hay placebos que preocupan más, qué frecuente es saber de alguien con cáncer que recibe innumerables consejos de tomar eso que suponen los médicos ignoramos u omitimos. La manía naturista empezó a finales del siglo pasado, y está en su auge, la loca idea de que lo natural es sano y lo sintético es tóxico prolifera. Cuantas cosas se ofrecen para “desintoxicar”, desde dietas, jugos, tés “limpiadores” hasta productos “detox”. Los productos naturales o suplementos son una industria de miles de millones de dólares. Hasta en lo psicológico vemos esos tratamientos alternativos que van por épocas, antes la hipnosis, hoy en día las constelaciones familiares, por poner un ejemplo. Hay actividades sanas, como el yoga, a las que se les atribuye demasiado, hay personas que viven apoyadas en diversas formas de meditación (aprendidas en las redes) como elemento central de su salud, pregonan sus virtudes. Es una paradoja que cuanto más avance la medicina, más avanza la búsqueda de alternativas, es producto de esa especie de desconfianza a la ciencia, lo vimos con las vacunas COVID, es la fecha que se les cuelgan algunos muertitos. Distinta es la desconfianza de Trump y su gabinete de salud que llega a decir que el paracetamol puede producir autismo, esto más allá de ser falso, es no tener madre, sin empatía con los miles de padres necesitados de respuestas.
- *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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