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Pesadillas de amor

DREAMS / LA HERMANASTRA FEA DIR. MICHEL FRANCO / EMILIE BLICHFELDT

Manuel  Ríos Sarabia

En 2020, el año de la pandemia, Michel Franco escupió en las pantallas su panfleto ultraderechista, en el que advertía cómo la “clase baja” acabaría con los fifís del país, tomando todo y refundiéndolos en campos de concentración. Ahora, después de un par de producciones estadounidenses, regresa a los cines con una cinta que se desarrolla en México y Estados Unidos, abordando el gastado tema de la inmigración, desde un ángulo diferente. Como si se estuviera disculpando por la mamarrachada de Nuevo Orden, Franco ahora pinta a los gringos como villanos, y al bailarín mexicano (Isaac Hernández) que inmigra ilegalmente a EEUU como el espejo con el cual se identifica el espectador.

Fernando es un talentoso bailarín de ballet con sueños de éxito, pero más que su carrera, es la pasión por reencontrarse con su amante, Jennifer (Jessica Chastain), la que lo impulsa a regresar ilegalmente a San Francisco. Jennifer es una adinerada mujer, que administra las fundaciones culturales de su padre multimillonario, su relación con Fernando es de poder, ella proporciona todo el aspecto económico, él llena su vacío afectivo.

En cuanto al estilo y la técnica, es muy reconocible la mano de Franco, y en este caso, las actuaciones acartonadas parecen debido a que todo el presupuesto se fue en Jessica Chastain, a pesar de contar con actores de trayectoria como Marshall Bell y Rupert Friend. Hay algo que no funciona del todo, además de la sensación perturbadora característica de Franco, algo no cuaja, desde el momento en que la química entre Fernando y Jennifer (Isaac y Jessica) es nula, es evidente que esa pareja no debe estar junta. Pero son las normas sociales y familiares las que dictan como Jennifer maneja su relación, ocultando a su amante para evitar conflictos. Esto lleva a un acervo desenlace en que los roles se intercambian y la venganza es lo que rige.

Desde noruega, llega una versión mordaz de Cenicienta en que la narrativa está dictada por la avaricia y hasta dónde se es capaz de llegar para obtener un matrimonio económicamente beneficioso. En este caso es una madre que conoce bien sus límites cuando se autodescribe como “una viuda con las tetas caídas y dos hijas desahuciadas”, que está dispuesta a hacer lo impensable para mantener el estatus económico que merece. Su matrimonio de conveniencia acaba intempestivamente con la muerte de su marido, quien, igualmente, se había casado con ella creyendo que así salvaría su economía. Los eventos recuerdan extrañamente a la trama de Amores Materialistas, donde la modificación corporal es esencial para obtener la mejor pareja

posible. En este caso, una de las hermanastras de la “cenicienta” es sometida, por su madre, a una metamorfosis similar a la de la substancia, apoyada por los propios delirios de la ingenua hija, que infantilmente fantasea que podrá casarse con el príncipe para vivir feliz por siempre.

La directora y guionista, Emilie Blichfeldt, construye un cuento feminista que pone al desnudo la cosificación de las mujeres en la cultura y como los cuentos de hadas han formado una parte muy importante de este condicionamiento. Con un anacrónico soundtrack electroclash, Blichfeldt logra una atmósfera de fantasía y horror ochentero a través de la transformación de Elvira y sus insanos delirios, alimentados por la retorcida mente de su madre, impulsada únicamente por su avaricia. En algún momento el horror corporal casi llega a los límites del “torture porn”, pero se trata de la herramienta que usa Blichfeldt para taladrar su punto.

Finalmente, con la ayuda de su sensata hermana, Elvira entenderá que el “amor” es guerra y que no hay príncipe azul.

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