Mayor inversión para garantizar la seguridad hídrica de Tijuana
El reciente corte de agua que dejó sin suministro a gran parte de la ciudad es un recordatorio de la fragilidad de nuestra infraestructura.

El reciente corte de agua que dejó sin suministro a gran parte de la ciudad es un recordatorio de la fragilidad de nuestra infraestructura, pues una tubería dañada paralizó la vida de más de un millón de personas y evidenció la urgencia de atender un problema que no puede seguir posponiéndose.
Hoy enfrentamos un doble reto: la infraestructura existente, que cumplió su vida útil y necesita rehabilitación, y la nueva infraestructura, indispensable para responder a la demanda creciente. En ambos casos se requieren inversiones multimillonarias que garanticen la continuidad del servicio.
En el caso del acueducto del Río Colorado, del cual depende más del 90% del agua de Tijuana, su vulnerabilidad es crítica, ya que un incidente mayor podría dejar sin abasto a toda la ciudad, al no contar con fuentes alternas ni con infraestructura resiliente que permita hacer frente a emergencias.
Y es que la experiencia internacional demuestra que tuberías con más de 60 años pueden seguir operando si reciben mantenimiento adecuado; lamentablemente, en nuestra región predomina un esquema correctivo, donde se repara cuando ocurre la fuga, pero no existe un plan preventivo sostenido que alargue la vida útil de las instalaciones.
A esto se suma la ubicación de Tijuana, que es una zona sísmica y desértica en la que cualquier falla desestabiliza de inmediato el sistema, por lo que urge establecer planes de reposición y mantenimiento con visión de largo plazo, así como contar con infraestructura alterna que reduzca el riesgo de colapsos generalizados.
En este contexto, la construcción de una desaladora en Rosarito se vuelve impostergable y es una obra que ya fue anunciada en el Presupuesto de Egresos de la Federación, misma que representa la única fuente adicional prevista para Baja California.
Sin embargo, la desaladora por sí sola no resuelve todo, toda vez que se requiere también modernizar colectores, plantas de tratamiento y sistemas de alcantarillado, además de aprovechar el potencial del reúso de aguas residuales, un recurso prácticamente desaprovechado en nuestra ciudad.
En ese contexto, el reto más grande no es únicamente técnico ni financiero, sino de gobernanza, pues la falta de planeación, la politización de los proyectos y los cambios de gobierno han frenado soluciones urgentes.
Necesitamos continuidad en las políticas públicas y apertura a la inversión privada para complementar los recursos públicos, que resultan insuficientes. En la CMIC estamos convencidos de que este es el momento de actuar con visión integral para el bienestar de las familias y la competitividad de nuestra región.
*- El autor es presidente de CMIC Tijuana, Tecate y Rosarito.
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