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El silencio de los marinos

Hay que leer entre líneas. Y el domingo, el actual secretario de la Marina, almirante Raymundo Morales, mandó un mensaje contundente: él fue el único de los altos funcionarios del gobierno de Claudia Sheinbaum que no exoneró a Rafael Ojeda, el secretario de Marina de López Obrador.

Carlos Loret de Mola

Hay que leer entre líneas. Y el domingo, el actual secretario de la Marina, almirante Raymundo Morales, mandó un mensaje contundente: él fue el único de los altos funcionarios del gobierno de Claudia Sheinbaum que no exoneró a Rafael Ojeda, el secretario de Marina de López Obrador.

En la conferencia de prensa estuvieron el fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, el secretario de Seguridad Ciudadana federal, Omar García Harfuch, y el almirante secretario de Marina, Raymundo Morales.

Siguiendo la línea que ha trazado la presidenta Sheinbaum de no hacer absolutamente nada que pueda rozar siquiera al expresidente López Obrador, su hombre de confianza, el secretario Harfuch, dijo contundentemente: “Destacar la labor importante que desempeñó el almirante Rafael Ojeda durante su gestión, quien hizo un extraordinario trabajo para fortalecer a esta institución”.

En la misma dirección habló el fiscal Gertz: “Hace casi dos años acudió ante la Fiscalía General de la República el entonces secretario de Marina y nos hizo saber de los problemas que tenía en varias áreas de esa institución… él nos pidió que investigáramos a todas las personas que dentro de la Armada de México podían estar vinculadas con esos delitos. No nos señaló si sí eran parientes o no eran parientes, pero no hizo ninguna distinción ni generó ningún tipo de protección en favor de nadie”.

Al día siguiente, la presidenta Sheinbaum reforzó el mensaje: “Como bien lo dijo el fiscal General de la República, el propio almirante Ojeda denunció ante la Fiscalía General de la República, dijo el fiscal, hace dos años”.

Pero el almirante Raymundo Morales, no. Desde la conferencia del domingo, no ha mencionado por nombre a su antecesor Rafael Ojeda. Y desde luego no ha pronunciado nada que parezca una exoneración. Lo que dijo más bien sonó en sentido contrario a sus colegas de gabinete: “Se actúa de manera contundente contra unos cuantos, los cuales no representan una Marina que ha velado por su honor por más de 200 años. En la Marina la ley es para todos. Estos golpes, estos golpes de timón son necesarios”. Hablar de “golpes de timón” es todo un mensaje.

No lo interpreto como un acto de rebeldía del almirante secretario, mucho menos de insubordinación. Me parece más un acto de legitimidad frente a su tropa frente a lo obvio. ¿Los va a ver a los ojos y decirles que el almirante Rafael Ojeda no tuvo nada que ver cuando todos en la Marina saben que los tentáculos de los sobrinos se detectaban por doquier? ¿Les va a mentir y simular que Ojeda fue realmente quien pidió desmantelar la red de corrupción de sus sobrinos, cuando en realidad Ojeda emprendió una cacería de brujas interna contra cualquiera que resultara sospechoso de hablar mal de sus familiares? ¿Va a tapar, a encubrir a Ojeda, cuando la Marina entera sabe que la red de huachicol fiscal de sus sobrinos es sólo la punta de un iceberg contra el que la institución a su cargo no debe chocar?

El gobierno federal ha emprendido una notable limpia dentro de la institución más respetada por el pueblo de México: la Marina. Pero si quieren realmente que salga todo el virus, tienen que irse hasta arriba. Y hasta arriba no se han ido. El impulso ha sido proteger a Ojeda y a López Obrador. Aunque el raspón está dado. ¿Raspón? Mucho más que eso.

  • *- El autor es periodista y conductor de radio, televisión y medios digitales.

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