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La literatura regional: ¿dónde estamos?

Es muy extraño en estos días, en que la cultura mira fijamente hacia adelante, encontrar en nuestra entidad libros publicados sobre la literatura de Baja California.

Es muy extraño en estos días, en que la cultura mira fijamente hacia adelante, encontrar en nuestra entidad libros publicados sobre la literatura de Baja California, obras de peso que examinen el pasado, nuestro pasado literario, con la sapiencia del estudioso y el entusiasmo del genuinamente interesado en tales menesteres. De las generaciones de investigadores y ensayistas que surgieron en las dos últimas décadas del siglo XX, sólo puedo pensar en Humberto Félix Berumen, Leobardo Sarabia Quiroz y yo mismo. Y en cuanto a los estudiosos, los que han abierto nuevos caminos para adentrarse en nuestra literatura ya en el siglo XXI, me quedo con los trabajos de Édgar Cota, José Salvador Ruiz y Elizabeth Villa. Fuera de ahí el terreno queda supeditado a artículos de opinión, reseñas, entrevistas y homenajes a ciertos grupos y autores, donde los biográfico -la creación de mitologías generacionales- le gana a la crítica literaria, donde lo confesional -el monólogo anecdótico- vale más que la literatura en sí.

En nuestro tiempo, donde lo que se comenta brilla como chispas en las redes sociales, cada voz dice sus grandes verdades desdeñando agregar argumentos claros y pruebas tangibles. El gusto personal es el gran Moloch de nuestra era: un dios que todo lo consume y nada reprueba, que todo lo abomina y nada arguye. Se discute, se impugna, se desdeña sin demostrar porque se deja de lado a tal o cual obra, porque se minimiza a tal o cual autor. Y menos hay visiones panorámicas, de campo abierto, donde se analicen los logros y tropiezos de la propia generación. El horizonte cultural de nuestra época ya no requiere a la razón para debatir las contribuciones a la literatura regional. Basta el sano prejuicio, la lectura sesgada, la falta de ganas para indagar en archivos, en bibliotecas, para exhumar el pasado y volverlo un interlocutor necesario

entender nuestro aquí y nuestro ahora, para entendernos a nosotros mismos. Tal vez por eso, quitando a los cinco autores antes mencionados, no hay investigadores de calado que se sumerjan en la historia de nuestras letras; que valoren su propósito, su sentido, su pertinencia; que abran nuevas sendas a nuestra comprensión de lo que entre nosotros se ha escrito desde el siglo XIX hasta la fecha. Y, sobre todo, de cómo ha ido cambiando la práctica literaria en nuestra entidad. Como dijera Óscar Ángeles Reyes, el narrador ensenadense, hay que reflexionar sobre la literatura bajacaliforniana para darle su valor, para reconocer sus rasgos distintivos. Por eso, al final de su artículo, publicado en la revista Palabra que dirige el poeta Rael Salvador, Reyes se preguntaba: “¿Qué ha cambiado?” en las letras bajacalifornianas con respecto a lo logrado por los escritores de la entidad hace ya treinta años.

He aquí la situación al respecto: las plataformas -suplementos culturales, revistas donde se podía discutir, analizar, explicar nuestra literatura casi han desaparecido del todo. El crítico literario ha devenido en maestro de ceremonias virtual que pide el aplauso del respetable a todos los autores de la pasarela literaria, sin importar qué obra sea la suya. Treinta años más tarde, sólo quedan los restos del naufragio y un mar de egos en el tsunami de su propia idolatría. ¿Quién quiere ponerse a hablar de los demás si el personaje importante, el genio indiscutible, el jefe de jefes es él o ella misma? ¿Quién tiene la generosidad como escudo de armas para leer a los demás y valorarlos con justeza y razón, compartiendo el juicio sobre sus virtudes y defectos? Por eso termina diciendo don Óscar con un cierto desencanto: “El estado de salud de la literatura bajacaliforniana ya no se puede medir por su amor al mar o al desierto, ni por los balazos a la carne o al cielo, ni por la jocosa malformación del inglés o el castellano y su mezcla chispeante, ni por la incursión de las letras en los medios electrónicos —¿qué blog nos sorprende ahora?”; y yo añadiría, ¿qué autores nos hacen releer sus obras, nos invitan con sus textos a hurgar de nuevo en sus cuentos, novelas, ensayos o poemarios? ¿Dónde están los críticos del momento actual debatiendo los pros y los contras de la literatura que entre todos hacemos, discutiendo sus avances y retrocesos? Es una pregunta pertinente y una que debemos responder a partir de las obras publicadas, de los autores que públicamente se han dado a conocer en nuestro medio en estas últimas décadas.

  • *- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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