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A 80 años de la rendición de Japón

“Si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo.” Dante Alighieri

Ignacio  Calderón Tena

El 15 de agosto pasado se cumplieron 80 años de que el Imperio Japonés, por conducto del emperador Hirohito, proclamara la rendición de su país, concluyendo las hostilidades y con ello la Segunda Guerra Mundial. Esta rendición fue ratificada el 2 de septiembre de 1945, en una ceremonia llevada a cabo a bordo del acorazado USS Missouri, donde se firmó el Instrumento de Rendición. Se dice que esa firma provocó en Japón de innumerables

de viejos japoneses que no creían que su otrora invencible imperio estuviera de rodillas frente a los países aliados y concretamente, frente a los Estados Unidos de Norteamérica.

El importante mencionar que para el imperio japonés, pensar en una rendición era algo impensable, pues Japón nunca había sido invadida o había perdido una guerra en sus 2000 años de historia, sin embargo, después de la Conferencia de Yalta de febrero de 1945, los Aliados occidentales, buscaron a toda costa que los soviéticos dejaran sus neutralidad con Japón y obtener la promesa de que le declararían la guerra meses después de la rendición de Alemania, cuestión que le generaba a Japón un mayor riesgo de ser invadido también por los rusos y con ello, seguramente hubieran corrido la misma suerte que muchos territorios que al final se dividieron con los Estados Unidos. Ello hubiera llevado a tener un Japón del Norte y Japón del Sur, como las “Alemanias” y otros tantos territorios.

Durante los meses siguientes, los aliados trabajaron en la cuantificación de los daños ocasionados por Japón en la Segunda Guerra y fue con el Tratado de San Francisco que se logró reestablecer las relaciones entre Japón y las Potencias Aliadas y todo esto bajo el liderazgo de las Naciones Unidas, con lo que se ponía fin al estado de guerra legal y a la ocupación militar y se daba paso a la reparación de los actos de guerra. Este Tratado de San Francisco fue firmado por 49 naciones el 8 de septiembre de 1951, precisamente en la ciudad de San Francisco y entró en vigor plenamente el 28 de abril de 1952 al establecer una serie de indemnizaciones a las naciones aliadas, así como a los que fueron prisioneros de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, poniendo fin a la ocupación aliada de Japón.

Resulta evidente que lo que aceleró la caída de Japón fueron los bombardeos atómicos. El primero de ellos, el 6 de agosto de 1945, cuando Estados Unidos realiza el primer ataque nuclear, con la bomba a la que llamaron “Little Boy”, sobre la ciudad japonesa de Hiroshima y el 9 de agosto, lanza una segunda bomba atómica, esta vez sobre Nagasaki. Frente a ello, el emperador Hirohito instó al Consejo Supremo para que aceptase los términos establecidos por los Aliados en la Declaración de Potsdam. Luego de días adicionales de conversaciones y tras un intento de golpe de Estado, Hirohito pronunció un mensaje radial el 15 de agosto, notificando la rendición de Japón y con ello, las lágrimas de miles de japoneses al ver a su Emperador, rendirse.

A 80 años de distancia, Japón, al igual que Alemania, ha convertido sus derrotas, en acicates para convertirse en las grandes potencias mundiales que ahora son, dejando de lado sus deseos de conquistar al mundo por la fuerza, ahora lo pueden hacer a través de sus fortalecidas economías.

  • *- El autor es asesor empresarial en cabildeo.

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