Las máquinas que ‘piensan’
Un ingeniero español en 1914 creó una máquina de pensar, quizá la primera de la historia.

Un ingeniero español en 1914 creó una máquina de pensar, quizá la primera de la historia. Jugaba ajedrez, simple, pero cumpliendo todas las reglas, se podía jugar con ella, tomaba la apariencia de un otro. Gran salto ha dado la inteligencia artificial hasta tener un avance cualitativo y no solamente cuantitativo. La apariencia de que está uno dialogando con otra persona, aunque sepamos que es un robot, puede cautivar en exceso. Conforme el uso, voluntario o no, de la inteligencia artificial más popular, más tendrá una influencia hipnótica sobre el consumidor. El individuo con su celular ya tiene una dependencia funcional, ya está bien identificada la crisis de ansiedad que puede generar en algunas personas el no tener acceso a él. Antes de que acabe la década estaremos casi todos inmersos, es algo en curso, el efecto es predecible. Al “pensar” por nosotros, tiende a empobrecer la capacidad de atención, de realizar una larga lectura, por ejemplo. La inmediatez superará a nuestras propias ideas, intentará anticiparse en base a lo que va asimilando sobre las características de tu forma de pensamiento. Los lentes inteligentes aún son un lujo, pero es un anticipo de lo que se popularizará muy pronto. Se normalizará, como el celular, y estaremos sobre estimulados cognitivamente. Pero con tendencia a la homogeneización en la forma de pensar, esto determinará en mucho la ideología, la forma de relacionarse con el otro real, cada vez más con un robot de por medio. Hasta ahora corre la IA libremente, sin mayor control ético ni marco regulatorio, esto cambiará, no para bien. El control lo tendrá el mercado, el acceso a la IA tendrá sus clases sociales, el dinero podrá generar más funciones y accesibilidad. Cada cabeza es un mundo, habrá el que depende de la IA y el que no, por diversos factores. El impacto que tendrá en la salud mental es un capítulo que está empezando a mostrarse, no solamente apaga el razonamiento crítico y embrutece con la información digerida, sino que puede enajenar y capturar a personas frágiles o propensas a la depresión, ansiedad o con trastornos de la personalidad, si son limitados intelectualmente, peor. Ya mencionamos la dependencia y las consecuencias de ansiedad por separación o abandono, los ideales sociales del momento pueden provocar sentimientos de inferioridad y depresión al compararse con los ideales de belleza o triunfo. Los paranoides son tan desconfiados que hasta lo serán de la IA, pero los que tengan tendencia esquizoide, por contraste, pueden establecer una loca relación con la misma, literalmente, tomándola como si fuera un otro, una persona. Alimentará ideas delirantes, sobre todo, conspiranoicas. Afectará en la construcción de la identidad, mayormente en el adolescente. Aguas.
- *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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