De la justa justicia
Cuando uno busca en el diccionario el significado de justicia, lo primero que sale es que es un compromiso ético, el de dar a cada uno lo que le corresponde y que se basa en la verdad, la rectitud, la honestidad y la equidad.

Cuando uno busca en el diccionario el significado de justicia, lo primero que sale es que es un compromiso ético, el de dar a cada uno lo que le corresponde y que se basa en la verdad, la rectitud, la honestidad y la equidad. Pero el mismo término deja muchas dudas. Si a cada quien se le da lo que le corresponde, ¿quién lo decide? ¿Un tribunal? ¿Un juez? ¿Las autoridades a cargo? ¿La propia sociedad? Y es ahí donde la justicia empieza a desbarrar porque se hace justicia a partir de las interpretaciones que cada país, religión o estado cree que debe hacerse. En nuestro tiempo, en este siglo XXI donde hemos visto que la justicia no es la misma para todos, ¿dónde queda la equidad? Si vemos que la justicia se vende al mejor postor, ¿a quién responsabilizar por su ejecución?
La justicia, como tantos han comprobado en carne propia, no es necesariamente justa. Y lo peor: tarda mucho, mucho tiempo en llevarse a cabo, si no es que nunca llega a cumplirse a satisfacción de sus víctimas. Hay muchos que piensan que en México, en nuestro país, la justicia no revela a los responsables, los deja escapar porque son gente del poder -políticos, empresarios, gente que puede manipular por el dinero que poseen, por la fama que portan, por las amistades que tienen-, hace de sus juicios una negociación en lo oscurito para beneficio de juzgados y juzgadores. El problema es que no es solo en México: el mundo entero así funciona.
Pongamos un caso fuera de nuestra nación para comprobarlo. Es la historia de una tragedia y ocurrió en un estadio de futbol en 1989, en Gran Bretaña, en un pueblo llamado Hillsborough. En un partido, los policías encargados de la seguridad del estadio metieron a la gente en un espacio muy reducido y los aficionados comenzaron a asfixiarse. Murieron casi 100 personas. Pero lo peor es que ya ocurrido el amontonamiento y con
gente entre la vida y la muerte, los encargados de la seguridad no hicieron intento alguno de salvar a los moribundos, no dejaron entrar a las ambulancias. Los familiares se organizaron y por décadas exigieron justicia sin conseguirla de parte del gobierno británico -ocurrió durante la época de Margaret Tatcher, cuando los ciudadanos eran culpables de todo y las autoridades eran un dechado de perfecciones, por lo que se culpó a los aficionados como responsables de su propia muerte-, de tal forma que hasta 2012 hubo una investigación independiente que, finalmente, responsabilizó a la policía por negligencia en todos los sentidos. Cuando los familiares de las víctimas intentaron llevar a juicio a los policías, los jueces los declararon inocentes en 2019. ¿La justicia? Bien, muchas gracias.
¿Quieren otro caso? Vean a los judíos europeos que, durante el nazismo, fueron despojados de sus bienes, incluyendo obras de arte. Estos judíos acabaron muriendo en los campos de exterminio del III Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Al terminar el conflicto armado, sus descendientes, sus herederos, entablaron juicios contra instituciones alemanas, austriacas, italianas, entre otras, exigiendo se les devolvieran sus propiedades, sus obras de arte. Pocos, hasta ahora, a ochenta años de distancia, lo han conseguido. Y algo similar ocurre hoy con las tierras de los palestinos, que los colonos judíos les quitan con la mano en la cintura. Pregúntense, en pleno conflicto, ¿cuándo los palestinos tendrán justicia frente a tales despojos?
Y no vayamos tan lejos. ¿Quién sabe cuántas obras prehispánicas están en manos de museos e instituciones oficiales de los Estados Unidos y de Europa? El colonialismo de los reinos occidentales, que saquearon el mundo a manos llenas, desde la Edad Media hasta los tiempos actuales, es ejemplo evidente. Y más que reconocerlo, las naciones europeas se han empecinado en conservar su botín de piratas a toda costa. ¿Qué justicia puede haber cuando los que se dicen justos actúan injustamente para beneficiar sus propios intereses? En muchos casos de robo de piezas valiosas -códices, figuras ceremoniales, objetos sagrados- siguen exhibiéndose en otros países, como si la justicia no pudiera revertir el hurto de siglos. A veces se logra un triunfo: Inglaterra devuelve algo a Grecia o los Estados Unidos hacen lo mismo con México. Pero en muchas ocasiones pasan centurias para que el robo se revierta. ¿Justicia? Claro, si uno tiene semejante paciencia. ¿Cómo definir ahora la justicia? Es no callarse la boca. Es no quitar el dedo del renglón. Es hacerla asunto ciudadano, tema público.
- *- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
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