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El Mercado laboral estadounidense bajo presión estructural

El mercado laboral deja entrever una serie de tensiones acumuladas que van más allá de simples fluctuaciones mensuales.

Ismael  Plascencia López

El mercado laboral deja entrever una serie de tensiones acumuladas que van más allá de simples fluctuaciones mensuales. La evolución de la Tasa de Participación Laboral (TPL) y la Tasa de Desempleo entre enero y julio de 2025 revela una tendencia que debería preocupar: la participación laboral ha caído de 62.6 a 62.2%, mientras el desempleo aumenta de 4.1 a 4.2%. Cada cambio de 0.1 representan alrededor de 160 mil empleos. Aunque parezca un comportamiento moderado, lo que está detrás de estos números es más profundo y estructural.

Tres factores afectan de forma simultánea al mercado laboral: una política arancelaria disruptiva, una política miEl gratoria restrictiva y el avance acelerado de la automatización basada en inteligencia artificial (IA).

Primero, la política arancelaria. El gobierno ha endurecido su estrategia comercial con la imposición de nuevos aranceles a productos estratégicos, con el objetivo declarado de proteger la producción nacional. No obstante, lo que hemos visto es que estas medidas, en lugar de reactivar el empleo industrial, han generado distorsiones en las cadenas de suministro, encarecido insumos y reducido la competitividad de sectores exportadores. Esto ha frenado la contratación y, en muchos casos, llevado a recortes de personal. Los datos lo reflejan: mientras se que la “defensa de la industria nacional” traería más empleos, la participación laboral ha descendido mes a mes.

Segundo, la política migratoria. Las restricciones al ingreso de personas migrantes, muchas de ellas en edad productiva y con habilidades laborales diversas, ha tenido un efecto doble. Por un lado, reduce la presión sobre el mercado laboral local en el corto plazo, pero por otro, crea cuellos de botella en sectores que dependen históricamente de esa mano de obra —como la agricultura, la construcción o los servicios—, ralentizando su operación e impactando negativamente en el crecimiento del empleo formal. Además, la retórica antimigrante ha generado un entorno laboral más hostil que también desalienta la participación.

Tercero, la inteligencia artificial. Muchas empresas, en particular en sectores como servicios financieros, atención al cliente y manufactura, han comenzado a reemplazar tareas rutinarias con sistemas automatizados. Esto ha producido un desplazamiento silencioso de trabajadores, especialmente en empleos de mediana calificación. Este fenómeno, aunque no genera de inmediato un repunte en el desempleo (porque muchas personas simplemente delegado, jan de buscar trabajo), sí reduce la TPL, como lo muestra el dato de julio.

Ante este panorama, aumenta la presión sobre la Reserva Federal para que reduzca las tasas de interés. La combinación de un mercado laboral que se debilita y un entorno económico con menor dinamismo, refuerza la expectativa de que el banco central relaje su política monetaria. No solo es probable que la FED baje las tasas en los próximos meses, sino que podría hacerlo más rápido de lo previsto si los datos laborales siguen deteriorándose. Una política monetaria más flexible podría aliviar tensiones sobre el consumo y la inversión, pero difícilmente resolverá los problemas estructurales que hoy afectan la oferta laboral.

El descenso en la participación laboral no es un fenómeno temporal, sino la consecuencia de decisiones de política económica y transformaciones tecnológicas profundas. Si no se actúa con inteligencia y coordinación —revisando la política arancelaria, humanizando la migración y acompañando la transición tecnológica con capacitación— corremos el riesgo de profundizar las desigualdades económicas.

  •  *- El autor es Doctor en Economía, Maestro en Desarrollo Regional, profesor-investigador en Cetys Universidad.

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