Como te veo me vi, como me ves te verás
Hace años que entré en la vejez, si empieza a los 65 pues ya llevo 10 años de viejo.

Hace años que entré en la vejez, si empieza a los 65 pues ya llevo 10 años de viejo. Esto me da una perspectiva singular, lo noto con las nuevas generaciones. El lugar que tenía el viejo, cuando yo era joven, era de alguien con experiencia y sabiduría en lo suyo, un maestro. No es garantía la edad para la capacidad, pero si se tiene un oficio por más de cincuenta años el que no es un maestro es porque es tonto o se deterioró. En los médicos lo he notado por ser mi meAntes dio, los egresados de especialidades suelen ver con poco interés al especialista viejo, la fantasía que generan las redes sobre una supuesta sabiduría más las arrogancias de los centros de formación han empoderado a los jóvenes y suponen un saber por estar en la punta de las investigaciones en curso, la obtienen en cuestión de segundos. Escribo consciente de ser leído como la visión de un viejo, para bien o para mal, por lo que puedo abusar de la vieja frase “cuando yo era joven”. Pues sí, veo una relación intergeneracional muy distinta a la que había en mi juventud. Los sabios son casi todos jóvenes, muchos tienen su supuesta sabiduría producto de su estudio en las redes, a partir de lo que otros ya pensaron. No se exponen a los clásicos directamente, el resumen o síntesis de un tema atrapa al joven y lo aleja de la fuente. En la psiquiatría, por ejemplo, la fascinación por la farmacología de punta los aparta de los escritos clásicos y por lo tanto de vincular el cerebro con su entorno. Yo tuve muchos maestros viejos, todos excelentes, habían pasado la prueba de años de docencia y amplia lectura. Espero me perdonen mis jóvenes colegas, pero como decía un viejo maestro “los psiquiatras ya no usan pipa”, una referencia al alejamiento del joven profesional de la cultura. Siendo joven, si tienes dinero eres todopoderoso, si eres de excelencia y astuto puedes saltar rápidamente a la cima, son los jóvenes millonarios los célebres. Mirar al futuro es una obsesión contemporánea, no desde la predicción, sino como lo único que miran en el horizonte, a muy corto plazo conseguir mucho. El hoy pasa por las narices y el ayer pierde importancia. Estamos tan bombardeados de amenaza de guerra, de violencia, de pandemia, tanta incertidumbre que tranquiliza imaginar un futuro y colocarse en él. Bueno, después de quejarme como viejito, no puedo dejar pasar las amenazas nucleares de estos días, en un agosto hace 80 años Hiroshima desapareció bajo una bomba americana, hoy en día una chispa desencadenaría un ataque en cadena, y las cosas se están calentando mucho. Que nos agarre confesados.
- *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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