Tu silencio es más caro que todos los impuestos juntos
No lo digo desde la derrota ni desde el pesimismo, lo digo desde la triste experiencia

No lo digo desde la derrota ni desde el pesimismo, lo digo desde la triste experiencia. Después de casi cincuenta años viendo de cerca los problemas de México y los vaivenes de nuestra sociedad, sigo creyendo que nos comimos el cuento de que “de política no se habla” y “mejor ni me meto porque no me gusta, porque no le entiendo”. Error.
En estos años he aprendido algo que me confirma cada página del libro El viaje de tu vida, de Josep María Verdaguer: nadie vendrá a salvarnos. Cada quien debe tomar el timón de su historia, y cada comunidad debe hacer lo mismo si quiere un futuro distinto.
El libro habla de enfrentarse a los propios fantasmas, y me hizo pensar en los míos. Como dice Verdaguer, “vas a tener que enfrentarte a tus dragones. Solo cuando los mires de frente se inclinarán ante ti”. Eso es lo que necesitamos como país: dejar de buscar culpables afuera y hacernos cargo.
Creo en la participación ciudadana pero no como una palabra de moda, sino como el músculo más poderoso que tiene una nación libre. Creo en la libertad, en la creatividad y en la libre empresa como motores que sacan adelante a la gente cuando la burocracia, la mediocridad y el conformismo se vuelven obstáculos.
He visto que el mayor enemigo de todo esto no es la pobreza ni la crisis; es la indiferencia. Nos hemos acostumbrado a esperar que otros decidan, otros arreglen, otros hagan.
Por eso creo en dar la batalla cultural todos los días: en el trabajo, en la empresa, en la escuela, en la familia. Se trata de recordar que ser libre también es una responsabilidad, que la creatividad nace cuando dejamos de pedir permiso y empezamos a proponer, que la libre empresa no es un privilegio, sino un acto de servicio porque quien emprende también crea empleos y resuelve problemas.
El libro de Verdaguer no ofrece recetas, ofrece un espejo. Habla de desapego, de la responsabilidad, de soltar lo que pesa para abrazar lo que importa. Y en esa creo está la clave para seguir adelante sin amarguras ni tristezas: tomar control de nuestra vida, de nuestro entorno y elegir ser parte de la solución.
Sí, a mis casi 50 años sigo creyendo que podemos ver un mejor país, no porque alguien lo haga por nosotros, sino porque cada uno puede elegir no rendirse. Porque cada vez que decides participar, crear, emprender, educar, estás empujando un poco hacia adelante.
Como dice Verdaguer: “todos albergamos un diamante interior”. Hay que pulirlo. Y cuando brilla, ilumina algo más que tu vida: ilumina el camino de otros. Por cierto, hace dos mil años un humilde carpintero nos llamó a ser la “luz del mundo”. ¿Hay que intentarlo, no?
En tiempos de tanta oscuridad, esto que te comparto no es ingenuidad, es resistencia. Y la resistencia, cuando se alimenta de libertad y participación, se convierte en esperanza.
- *- El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados.
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