La importancia de la política del salario mínimo en México
Fue a finales del siglo XIX que las autoridades neozelandesas observaron que el salario que cobraban los trabajadores, en especial las mujeres y los niños, era muy bajo y es por ello por lo que instauraron el salario mínimo.
Fue a finales del siglo XIX que las autoridades neozelandesas observaron que el salario que cobraban los trabajadores, en especial las mujeres y los niños, era muy bajo y es por ello por lo que instauraron el salario mínimo. México fue el primer país en América Latina en establecerlo en América Latina en 1915, y comenzó a implementarse en 1934. La idea de implementar un salario mínimo en México respondía a la necesidad de mejorar la paupérrima situación de los obreros y trabajadores jornaleros agrícolas, quienes tenían pésimas condiciones laborales reflejadas en la ausencia de contratos, salarios muy bajos y con incertidumbre laboral; situación que no se ha alcanzado a revertir del todo.
En sus inicios, el salario mínimo se estableció de manera regular y su incremento solía estar por arriba de la inflación, manteniendo su poder adquisitivo. Sin embargo, como parte del auge de las reformas estructurales de los gobiernos de corte neoliberal en América Latina, en la década de los ochenta hubo en México una preocupante pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo. Y, con ello, el empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores, mayores riesgos de pobreza e inmovilidad social.
Según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el gobierno de México, el salario mínimo perdió más del 60% de poder adquisitivo entre 1980 y 2016. Aunque México cuenta con la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) desde 1962, el organismo no veló por asegurar que el salario mínimo no perdiera poder adquisitivo. Las razones que se argüían para no aumentar el salario mínimo era que se podría generar inflación y pérdida de empleos.
Como parte de un sector precarizado, los trabajadores ofrecen su trabajo a las empresas y al sector público, siendo los empleadores quienes tienen poder de mercado de influir en la fijación de salarios. Se observa que entre 1980 y 2018 se fijaron salarios bajos, registrándose un cambio en 2019: el gobierno de México a través de la CONASAMI, junto con el sector empresarial, estableció un salario mínimo que era un aumento real de más de 15% respecto al año anterior; siendo para la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN) un aumento del 100%. Desde 2019 hasta este 2025, el salario mínimo ha recuperado notablemente su poder adquisitivo, recuperando poco más del 100% entre 2019 y 2024.
El salario mínimo como instrumento de política pública es de carácter predistributivo y su finalidad es mejorar el ingreso de los trabajadores, especialmente los de menor remuneración, que son los más vulnerables. Se ha reducido la desigualdad de la distribución salarial, generando una mejora en las condiciones de bienestar de los trabajadores y sus familias, lo cual tiene un impacto negativo en la pobreza. Los efectos del salario mínimo pueden ser indirectos, presionando al alza el aumento del salario en el sector informal o en la entrada de nuevas personas al mercado laboral debido al aumento del salario
Los estudios que han evaluado los efectos de los aumentos registrados desde 2019, encuentran un aumento de los salarios de los trabajadores que menos ganan, una reducción de la pobreza en la ZLFN y no se documenta pérdida de empleos ni aumentos en la inflación. Es claro que el aumento del salario mínimo es una política efectiva, pero debe explorarse sus efectos en los diferentes sectores económicos y regiones del país; además de si esto ha tenido un efecto diferenciado en grupos vulnerables. Por último, debe acompañarse de otras políticas laborales como el acceso universal a la atención en salud y la certidumbre laboral que reduzcan la precariedad laboral.
- *- El autor es profesor/investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública y Director General de Docencia, El Colef.