Inflación Alimentaria
“Comer pan sin esperanza es igual que morirse poco a poco de hambre.” Pearl S. Buck

Se trata de un concepto desconocido para este escribano, sin embargo, el presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Álvaro Lario, durante su visita a nuestro país, la semana pasada, ha mencionado que la incertidumbre arancelaria y las barreras comerciales afectan especialmente a la inflación de los alimentos.
La FIDA es una agencia especializada de las Naciones Unidas que busca proporcionar fondos y movilizar recursos adicionales para promover el progreso económico de los habitantes en situación de pobreza de zonas rurales, principalmente mejorando la productividad agrícola y resulta preocupante que este organismo hable de que los aranceles inciertos que pretende imponer el gobierno norteamericano a diversos productos alimenticios provocará esa famosa inflación alimentaria, desconocida para quien esto escribe.
Investigando un poco al respecto, resulta que es la parte de la inflación que mide específicamente el comportamiento de los alimentos en los mercados internacionales. Durante la década de los ochenta, el comportamiento, altamente inflacionario, de los precios de los alimentos se empezó tratar como una problemática de afectación internacional, pues no solo subía el precio del petróleo o la ropa calzado y accesorios, subía y causaba grandes desajustes económicos los movimientos en los precios de los alimentos especialmente los básicos que son aquellos que nutren a nuestras sociedades.
El concepto académico que se estudia en
las escuelas de negocios sobre la inflación, nos dice que la inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en una economía durante un período de tiempo prolongado. Por ello, cuando la inflación ocurre, cada unidad de dinero pierde valor, lo que significa que con la misma cantidad de dinero se pueden comprar menos productos o servicios que antes.
El problema de la inflación de alimentos se manifiesta de diversas maneras, como la desnutrición, pobreza alimentaria, abandono a los productores agrícolas, cambios en las tasas salariales del sector primario, agotamiento de recursos naturales, entre otras; por lo que el problema resulta serio.
Se trata de un tema tan delicado, que la propia FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), ha diseñado un índice de precios a nivel mundial, a manera de termómetro internacional sobre el costo de los alimentos para monitorear sus movimientos, como lo ocurrido con la invasión de Rusia a Ucrania, que bajó un 13.7 % ese importante índice.
Pues esos movimientos de aranceles, “a contentillo” por nuestros vecinos, que están afectando no solo al acero y al aluminio, ahora ponen en jaque a otros productos, como el tomate mexicano, sin olvidar la carne o el café. Álvaro Lario de la FIDA, mencionó que habló de los posibles aranceles a aplicarse a partir del 1 de agosto a productos mexicanos podrán ser desde un 17% por la exportación de jitomate, hasta la amenaza de llegar hasta el 30% a otros productos mexicanos. No olvidemos que México, por nuestra cercanía con la Unión Americana, resulta un blanco fácil para recibir este efecto inflacionario al que hace referencia la FIDA.
Es importante mencionar que este organismo de la ONU, ha invertido en nuestro país, más de 100 millones de dólares en zonas agrícolas deprimidas de México y hace esfuerzos considerables por sacar a una parte de los 295 millones de personas en el mundo que pasan hambre. Gran tarea pese a aranceles y barreras sin sentido.
- *- El autor es asesor empresarial en cabildeo.
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