¿La muerte de los Organismos Empresariales?
Hay empresarios que solo viven para vender, crecer o escalar… como si el éxito se midiera nomás en utilidades y retornos. Tienen su Excel al día, sus juntas bien calendarizadas y sus balances impecables. Pero fuera de la oficina, el país se cae a pedazos.

Hay empresarios que solo viven para vender, crecer o escalar… como si el éxito se midiera nomás en utilidades y retornos. Tienen su Excel al día, sus juntas bien calendarizadas y sus balances impecables. Pero fuera de la oficina, el país se cae a pedazos.
Hay un error en creer que con generar empleos ya cumplimos y que pagar impuestos es suficiente. Pero no. Sin ciudad no hay clientes, sin Estado de derecho no hay contrato y sin país no hay empresa.
Muchos organismos empresariales (no todos) se han vuelto cómplices por omisión, clubes sociales con desayuno donde se reparte la palabra, pero no el coraje y las tareas, organismos de papel, llenos de videos en redes sociales pero con discursos tibios. Aún así, eso no justifica no participar en ellos.
Si crees que no sirven, pues súmate a transformarlos pero nunca abandonarlos; porque el vacío que tú dejas lo llenará el improvisado, el interesado, el que asiste para ver a quién le vende, o peor, el que busca lavar su imagen para cubrir el cochinero que esconde.
¿Que los organismos empresariales están por morir? ¡para nada!, lo que está muriéndose es el modelo viejo de quiepos nes se rehusan a cambiarlo. Por fortuna muchos están haciendo ajustes y eso me llena de esperanza.
Creo que el verdadero sentido de pertenecer a una cámara, un consejo o una asociación no es solo recibir, es comprometerse. No es sumar valor personal, es sumar valor público.
No se trata de cuántos beneficios ofrece el organismo empresarial en el que participes, se trata de cuántas verdades se atreve a decir, de cuántas causas defiende, de cuántas batallas asume aunque pierda socios en el camino.
No participar es una forma cobarde y elegante de egoísmo. El que solo ve su negocio y su nómina sin levantar la vista, es parte del problema, porque cuando todo reviente, no habrá pitch de ventas que nos salve.
Este país necesita más empresarios exitosos. Sí, pero también necesita empresarios valientes que den la cara, que se metan a los organismos aunque escon tén deficientes. Empresarios que incomoden, que señalen, que exijan y que aguanten presión.
Empresario que se respeta no busca comodidad, busca trinchera. Y si el organismo no es esa trinchera, entonces hay que ayudar a construir uno que sí lo sea. Porque si seguimos jugando a las cámaras mientras el país se incendia, no nos van a quedar ni oficinas para hacer juntas.
Empresario: no somos solo proveedor o empleador, somos ciudadanos con poder. Y el poder que no se usa para defender libertades, termina sirviendo al que las pisotea.
Así que deja un rato tu Excel, sal de la oficina, participa, opina, incomoda, señala, propón y ayuda. Porque si tú no hablas, hablarán por ti y si tú no estás en la mesa, terminarás en el menú.
- *- El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados.
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