Amor a la patria
Estoy bastante viejo como para recordar el estreno de cada disco de los Beatles, era adolescente, me vienen recuerdos de una época donde un amplio sector de jóvenes alrededor del mundo se identificaba con la propuesta de paz y amor, como respuesta a la violencia.

Estoy bastante viejo como para recordar el estreno de cada disco de los Beatles, era adolescente, me vienen recuerdos de una época donde un amplio sector de jóvenes alrededor del mundo se identificaba con la propuesta de paz y amor, como respuesta a la violencia. Hoy en día no veo utopías, estas ya no existen, no hay esperanza. La humanidad está decepcionada de ella misma, las expectativas son esencialmente individuales, no hay un ideal colectivo, salvo el patrio, el amor propio. La autonomía, la autorrealización es lo dominante, no hay visión colectiva solidaria, salvo en algunas naciones o etnias por su idiosincrasia. La vida de un joven chino comparada con la de un mexicano tiene una diferencia abismal en educación y sentido comunitario. Veo a los jóvenes mexicanos más fácilmente activistas de causas minoritarias, con más tinte autoritario que entusiasmado con una utopía, un mundo ideal que fuera realizable en la medida que lo hagamos. Ni patria, ni Dios, ni revolución fue un dicho a partir del fracaso de los movimientos asociados a 1968, en este siglo se ha consolidado. En países en guerra se activa por necesidad defensiva el sentimiento de patria, la tienen enraizada por años de continuidad cultural, como China o Japón, por ejemplo. Nuestra sensación de patria en México se celebra con pachanga, o se activa en eventos como el futbol. Los honores a la bandera escolar ya no tienen la solemnidad de hace no mucho. Sí, estamos orgullosos de nuestra forma de ser y vivir nuestra cultura, pero sensación u orgullo de patria sin haber sido agraviados no es algo que fácilmente palpita en el corazón, como sucede en otros países. Emocionante es ver la bandera mexicana ondear en las calles de Estados Unidos, ha sido una forma excelente de visibilizarse, la pelea sigue, más guardia igual a más manifestaciones. En realidad, sí nos han movido la sensación de patria, ante el agravio, pero tenemos que ser discretos ya que lo último que queremos es que digan que desde acá los instigamos. No tenemos canciones a la patria, preferimos cantar Cielito Lindo. Una anécdota, en 1974 me tocó vivir en China una sesión de canciones a la patria, le pidieron a un pequeño grupo cantara una de la revolución mexicana, cantaron La Adelita, las caras hacia el traductor decían todo. Regreso, la idea de patria puede llegar a ser enajenante borrando mucho de la individualidad, como en la revolución cultural china, ahora estamos en la revolución individual, paz interna y amor propio pareciera ser el ideal. El amor al prójimo tiende a limitarse al pequeño grupo de pertenencia. Las quejas de los mayores de cuarenta años sobre los jóvenes actuales son dignas de escucharse.
- *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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