Cuando el papel se arruga, la democracia se encoge
Frontera no es un periódico más: es una institución.

Frontera no es un periódico más: es una institución.
No es un cliché. Un medio de comunicación libre e independiente es —literalmente— la columna vertebral de toda democracia. Y si además es impreso, mejor: el papel no grita, no interrumpe, no necesita likes. El papel invita a pensar.
Escribo estas líneas como colaborador voluntario de Frontera / El Imparcial, pero sobre todo como ciudadano que cree en la importancia de la prensa escrita como espejo, como foro y como conciencia de una sociedad. Frontera no es un periódico más: es una institución. Y como toda institución viva, también enfrenta retos.
El Imparcial es una empresa familiar, y como tal, está sujeta a las complejidades que viven miles de negocios en México y el mundo, además, no sólo enfrenta los desafíos del periodismo en tiempos digitales sino que, al ser una empresa familiar, las decisiones pesan más y las emociones se mezclan.
Si algo distingue a una empresa familiar mexicana que trasciende, es que sabe escuchar el talento de todos —familiares, colaboradores, columnistas, voceadores, lectores— y pone por encima el bien común, antes que cualquier disputa interna porque sabe que el legado no se administra: se defiende.
Eso es lo que hace grande a una empresa, y eso es lo que puede hacer que El Imparcial salga fortalecido de los retos que hoy enfrenta. Porque no se trata de cosa menor, se trata de preservar un espacio donde convergen muchas voces. Un periódico no debe ser monólogo de nadie, debe ser un coro —a veces coordinado, a veces desafinado— pero siempre abierto. Esa es su fuerza.
y columnistas no pedimos perfección, pedimos y merecemos altura. Que se mantenga el equilibrio entre el negocio y el propósito. Que no se olvide que este medio tiene un rol público. Que siga siendo un lugar donde se discutan los temas que importan, aunque incomoden.
Y sí, hay que decirlo sin rodeos: cuando un medio plural tambalea, tiembla también una parte de nuestra libertad.
Por eso, que no falte el diálogo, que no falte el respeto, y que no falte el papel.
Porque cuando el papel se arruga, la democracia se encoge.
- *- El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados.
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