Un suicidio anunciado
Perdieron su último bastión.

Perdieron su último bastión.
La rabia y la soberbia les cegaron. Confiaron en el poder de los medios de comunicación masiva y en la influencia de las y los “líderes de opinión” que monopolizan los espacios más importantes en los mismos. Como si fueran dogmas de fe asumieron los dichos y teorías de los intelectuales que los guían. Pensaron que doblegar al gobierno y manipular a las masas sería fácil.
Creyeron que les bastaría con desplegar el arsenal de mañas y argucias judiEl ciales que están acostumbrados a utilizar e hicieron un uso impúdico, ilegal, anti democrático de jueces y tribunales, de la propia SCJN, para interponer su “poder de veto” y frenar el programa de transformación del país de Andrés Manuel López Obrador y hacerlo claudicar.
Confiaron en que podrían movilizar a la prensa extranjera y convertirla en su ariete. Apostaron a que Washington les haría el trabajo sucio.
Sabían que, en las elecciones, los aplastaría Claudia Sheinbaum Pardo; que ganaría, además el llamado “PlanC” y tendría mayoría calificada en el Congreso. Aun así prefirieron creer en encuestas amañadas.
Nadie los engañó nunca.
No hubo secretos ni conspiraciones. Millones de personas estaban enteradas, por las mañaneras de López Obrador y por los discursos de la propia Claudia en las plazas públicas, de la necesidad, la importancia y la urgencia de una Reforma del Poder Judicial.
Aunque el expresidente les advirtió mil veces: “yo soy el fresa” se compraron las versiones -esparcidas por sus columnistas de cabecera- de una inminente ruptura entre él y Claudia. No supieron leer la realidad, no quisieron aceptar lo evidente; nada les dijo la inédita transición entre estos dos compañeros de lucha que recorrieron juntos todo el país.
Perdieron la elección presidencial que fue reconocida como libre, limpia y auténtica por todos los órganos jurisdiccionales y reconocida y celebrada por los gobiernos del mundo.
Perdieron en buena lid la disputa legal por la mayoría calificada.
Perdieron el debate parlamentario y la batalla judicial contra la Reforma y al llamar a no votar perdieron las primeras elecciones judiciales de la historia.
Es el de la derecha conservadora, tan afecta a creerse sus propias mentiras, tan antidemocrática, tan racista, tan clasista, un suicidio anunciado.
No murió la República este domingo pasado; murió esa oposición anacrónica y arrastró con ella a la intelectualidad que la sirve y las y los líderes de opinión que hoy mirándose en el espejo gritan: “farsa”.
- *- El autor es periodista y productor, fundador de la productora Argos y corresponsal de guerra entre 1980 y 1990.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí