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Acta de Defunción de la República Mexicana

In memoriam: Estado de Derecho (1917–2024).

Ariosto Manrique Moreno

In memoriam: Estado de Derecho (1917–2024)

Hora del deceso: domingo 1 de junio, entre urnas sin alma y votos sin conciencia.

Causa de muerte: colapso sistémico.

La República Mexicana ha muerto. No fue un accidente ni una muerte natural, fue un proceso premeditado, ejecutado con precisión y cinismo. La autopsia revela el desenlace de una operación política disfrazada de reforma, aplicada sobre un cuerpo institucional ya debilitado, pero que aún tenía signos de vida.

El diagnóstico es claro: el Estado de derecho fue suprimido bajo el argumento de “justicia popular”. Se nos vendió la idea de que la gente debía elegir a sus jueces, cuando en realidad se trató de una intervención quirúrgica para someter al Poder Judicial. Se presentó como un avance democrático, pero fue una maniobra para capturar al único poder que aún ofrecía contrapeso.

El método fue quirúrgico, pero burdo. No hubo observadores, ni PREP, ni ciudadanos sorteados. El paciente murió sin que nadie se atreviera a detener la operación.

Los responsables materiales son evidentes: un Congreso adulterado, un INE maniatado, y un gobierno dispuesto a todo. Pero los autores intelectuales llevan décadas operando tras bambalinas. No es Morena el culpable único; es simplemente el instrumento más reciente de una élite que ha aprendido a moverse entre partidos, ideologías y siglas para controlar al país desde las sombras.

Sí, el sistema judicial requería cirugía. Era imperfecto, lento, desigual. Pero lo que se hizo no fue una reforma, fue una ejecución. Se amputó la independencia judicial y se entregó a los intereses del régimen. Se disfrazó de participación ciudadana lo que no fue más que una orden dictada desde “La Chingada”, Chiapas y operada desde Palacio Nacional.

A quienes defienden esta reforma bajo el argumento de que “es lo que hay” y “esas son las reglas y hay que jugar así”, ¡cuidado! No se revive una república validando su farsa, no se cura una violación participando en ella.

México murió porque normalizamos el abuso, justificamos la sumisión y confundimos democracia con espectáculo. Murió por omisión, por miedo, por cansancio. Pero también por esa peligrosa costumbre de llamar “legal” a lo ilegítimo.

No embalsamemos esta muerte, no la maquillemos con frases patrióticas ni con eufemismos institucionales. Que esta acta de defunción sirva como advertencia, como testimonio, como memoria.

Porque donde hay memoria, puede haber juicio. Y donde hubo República, aún puede haber resistencia.

  • *- El autor es Director de Testa Marketing, investigación de mercados.