Una historia de amor y menudo

Recuerdo que comencé a escuchar sobre un menudo muy famoso de Mexicali en donde las filas estaban a reventar. El domingo te puedes aventar hasta hora y media de cola me decían.

No tardé ni una semana en invitar a mi esposa Marina a este enigmático lugar.

No exagero si les digo que nunca antes habíamos probado un plato de menudo tan delicioso. Era algo simplemente fuera de serie. Simplemente riquísimo.

Ese mismo día conocimos a don Ezequiel, fundador junto con su esposa de ese restaurante llamado Museo Valle de Mexicali.

Su historia es tan extraordinaria como el menudo que preparan.

Don Ezequiel Benítez nació en Mexicali y se formó en el Ejido Mérida, en las cercanías de la frontera de Algodones.

Desde muy pequeño se dedicó a ayudar a su padre en las labores agrícolas y siendo niño aprendió a manejar maquinaria rústica y a trabajar con animales.

En su adolescencia fue bolero y trabajaba en el centro de Mexicali de la calle F a la Avenida Madero en la colonia Industrial en donde también trabajó en la tienda del chino Poncho

Poco después, partió a Ciudad Juárez a estudiar en la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar donde se graduó como ingeniero agrónomo.

Recién graduado y de regreso a Baja California, se fue a trabajar a Maneadero con una compañía perforadora de pozos.

Fue a principios de los años 70 cuando conoció en tierra ensenadense a la mujer de su vida, una linda muchacha de origen nayarita llamada Dionisia Flores Saucedo, a quien todos conocen como Licha.

Licha trabajaba en un drive in y tenía 18 años de edad, mientras que Ezequiel, de 24 años, iba y venía trabajando por toda la península de Ensenada a Guerrero Negro.

Estuvieron dos años de novios, pero después se separaron, dejaron de verse, cada quien tomó su camino de vida y se casaron con diferentes parejas, pero nunca se olvidaron.

Que un viejo amor, ni se olvida ni se deja, dice la letra de una canción que se materializó en las vidas de Licha y Ezequiel cuando se reencontraron 25 años después.

Ambos tenían hijos y se habían divorciado de sus respectivas parejas y el reencuentro en Ensenada fue como si nunca hubiera pasado el tiempo.

La historia de amor que no pudo ser en la juventud, se materializó en la madurez. Licha y Ezequiel unieron sus vidas y juntos empezaron de la nada un nuevo negocio: una menudería en el Valle de Mexicali.

Para ello tenían un as bajo la manga: la receta secreta de Licha para preparar un menudo cuya sazón no ha podido superar nadie, aunque en un principio no fue nada fácil.

“Empezamos de la nada, nomás con una ollita, unos cuantos platos para los amigos o familiares y así, poco a poquito, echándole muchas ganas, empezamos a agarrar clientes, pero nos tardamos seis o siete años en levantar cabeza”, me narró Ezequiel.

Así nació el Museo Valle de Mexicali que ofrecía el mejor menudo a miles de kilómetros a la redonda en un lugar con temática del Viejo Oeste en donde se exhiben herramientas del campo, sillas de montar y sombreros.

Pronto la pareja abrió nuevas sucursales en Alamitos, Montecarlo y más recientemente, en el Centro Histórico de Mexicali.

Según el portal Taste Atlas, Museo Valle de Mexicali es el segundo mejor menudo del mundo en una lista que incluye restaurantes de todo México, Estados Unidos y España.

Clientes de Los Ángeles, San Diego, Las Vegas, Phoenix y Yuma manejan muchas millas por carretera con tal de darse el gusto de saborear un plato de menudo con la inigualable receta que solo el Museo del Valle de Mexicali conoce.

A su negocio suelen ir personalidades del mundo del espectáculo y la política.

Cuando le pregunto por la receta de su menudo, dice que ese es un secreto que guarda su esposa Licha, pero más allá de la sazón inigualable, la clave está en el corazón.

“En cada plato de menudo, en cada proyecto que emprendemos, en cada pequeña cosa que hacemos, tratamos de dar el máximo y ponemos todas las ganas. Ponemos el corazón. Ese es el verdadero secreto”.

*El autor colabora activamente en la regeneración de los centros históricos de Mexicali y de Tijuana.