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Reinventarse en tiempos de cambio: El emprendimiento como motor de esperanza

En un mundo cada vez más incierto, donde las crisis económicas, sociales y ambientales parecen parte del día a día, muchos podrían pensar que emprender es una locura.

Bibiana Caloca

En un mundo cada vez más incierto, donde las crisis económicas, sociales y ambientales parecen parte del día a día, muchos podrían pensar que emprender es una locura. Pero es precisamente en los momentos de mayor turbulencia donde nacen las ideas más brillantes y se forjan los liderazgos más valientes. Emprender hoy no solo es una opción de negocio; es una respuesta poderosa ante la adversidad, una forma de construir esperanza desde la acción.

La pandemia dejó una enseñanza clara: nada está garantizado. Grandes empresas cerraron, empleos se perdieron y la estabilidad se volvió un lujo. Sin embargo, también vimos surgir miles de nuevos negocios: desde repostería casera hasta tiendas en línea y servicios personalizados. Lo que parecía caos, para muchos se convirtió en oportunidad. Y ese espíritu resiliente es lo que define al emprendedor moderno.

Hoy vivimos en la era digital, donde una idea puede convertirse en empresa global desde una laptop y una conexión a internet. El auge del comercio electrónico, la inteligencia artificial y el trabajo remoto ha democratizado el acceso al emprendimiento. Ya no se trata solo de tener capital, sino de tener visión, adaptabilidad y la valentía de empezar, aunque no se tenga todo resuelto.

Uno de los fenómenos actuales más interesantes es el surgimiento de emprendimientos con propósito. Las nuevas generaciones ya no se conforman con ganar dinero; quieren dejar huella. Negocios que cuidan el medio ambiente, promueven la inclusión o impulsan la salud mental están ganando terreno. Y esto no es casualidad: los consumidores también están cambiando. Hoy se prefiere comprar con conciencia, apoyar lo local y ser parte de algo más grande.

Entonces, ¿qué necesitamos para emprender en este contexto? Primero, claridad: saber por qué y para qué quieres hacerlo. No basta con querer ganar dinero; necesitas conectar con una causa o una necesidad real. Segundo, constancia: los resultados no son inmediatos, pero la perseverancia marca la diferencia. Y tercero, comunidad: emprender no significa estar solo. Rodearte de mentores, aliados y clientes comprometidos puede hacer toda la diferencia.

Ser emprendedor hoy es ser un agente de cambio. Es mirar los retos de frente y decir: “puedo hacer algo al respecto”. Es apostar por uno mismo cuando todo parece incierto. Es entender que, aunque no se puede controlar el entorno, sí se puede controlar la actitud y la acción.

Si tienes una idea rondando tu cabeza, si algo te apasiona y crees que puede mejorar la vida de otros, este es tu momento. No esperes a que todo esté perfecto. Empieza con lo que tienes, donde estás y con quien te rodea. El mundo necesita más soñadores que se atreven. Porque cuando alguien decide emprender, no solo cambia su vida: cambia también la de su comunidad.

Emprender es, en esencia, un acto de fe. Y en tiempos de cambio, la fe en uno mismo puede ser el mayor motor de transformación.

*La autora es mamá, emprendedora y empresaria.

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