La crisis fiscal en EE. UU. se acerca y el precio del oro anticipa el ajuste
Una señal silenciosa pero poderosa ha emergido en los mercados financieros globales: la razón entre el mercado accionario de EE. UU. y el precio del oro ha caído a su nivel más bajo en más de cinco años.

Una señal silenciosa pero poderosa ha emergido en los mercados financieros globales: la razón entre el mercado accionario de EE. UU. y el precio del oro ha caído a su nivel más bajo en más de cinco años. Históricamente, este tipo de movimientos ha coincidido con crisis sistémicas o momentos de transición económica profunda. Hoy, podría estar marcando el inicio de una transferencia de riqueza generacional.
Desde la Gran Depresión hasta la crisis del 2008, cuando este ratio ha caído drásticamente, el oro ha funcionado como refugio frente al deterioro de la confianza en los activos tradicionales. Durante la “Gran Estanflación” de los 70, por ejemplo, su precio se multiplicó casi 20 veces, impulsado por una inflación galopante. Sin embargo, la situación actual es diferente: el oro sube, pero la inflación oficial baja. ¿Por qué?
La clave parece estar en otro frente: la deuda pública estadounidense. A medida que aumenta el endeudamiento del gobierno y disminuye la confianza en los bonos del Tesoro —tradicionalmente considerados activos seguros—, el oro ha ganado protagonismo como alternativa. Desde principios de los 2000, esta correlación entre deuda creciente y alza del oro se ha fortalecido.
El panorama a futuro no es alentador. Proyecciones oficiales apuntan a un deterioro progresivo de las finanzas públicas debido a factores estructurales: envejecimiento poblacional, mayor gasto social, intereses crecientes y una base tributaria insuficiente. Esto plantea cuatro posibles caminos:
Austeridad fiscal: Implicaría recortes drásticos al gasto público. Aunque restauraría la confianza fiscal, podría frenar el crecimiento económico y reducir el valor del oro y de las acciones. Es poco probable bajo la administración actual.
Aumento de impuestos: Políticamente inviable, tendría efectos similares al escenario anterior: freno económico y presión bajista sobre activos financieros además de ser impopular.
Inacción: El camino más probable. Mantener el gasto y evitar subidas de impuestos puede sostener el crecimiento a corto plazo, pero alimenta un problema mayor de deuda. Aquí, el oro probablemente seguirá al alza.
Política arancelaria agresiva: Aumenta ingresos sin subir impuestos directamente, pero frena el crecimientoy como hemos visto aumenta la incertidumbre y las medidas retaliatorias.
En la práctica, el escenario más probable parece ser una combinación de los puntos 3 y 4: continuar con el gasto elevado (inacción), mientras se recurre a nuevos aranceles como sustituto fiscal. Es decir, un enfoque que evita decisiones políticamente impopulares, pero que difícilmente resuelve el problema de fondo y podría enfriar la economía si se exagera en su aplicación.
Para México, este entorno plantea riesgos importantes: un país más endeudado puede traducirse en menor crecimiento, presiones cambiarias y menor inversión extranjera directa. Aumenta también la importancia de corregir la política fiscal, disminuir el elevado endeudamiento y diversificar los motores internos de crecimiento.
Frente a este contexto, el oro se consolida como una pieza clave en cualquier portafolio a largo plazo. Sin embargo, tras su repunte reciente, no es momento de aumentar exposición. En abril se cerraron posiciones con ganancias del 50%. Se espera ahora una corrección. El mercado accionario también sigue siendo esencial en el largo plazo, aunque en el corto se anticipan semanas de volatilidad por el impacto aún incierto de los aranceles.
*El autor es Doctor en Economía, Maestro en Desarrollo Regional, asesor y consultor empresarial, profesor-investigador en Cetys Universidad.
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