De música ligera y corazones reconstruidos la balada de la isla
DIR. JAMES GRIFFITHS

Lejos de los superhéroes, videojuegos, explosiones y vampiros, pero cerca del corazón y las almas humanas. Así es la cinta de James Griffiths, actualización de su cortometraje El único e inigualable Herb McGwyer toca en la isla Wallis (The one and only Herb McGwyer plays Wallis Island, 2007). La estructura del corto original es preservada casi intacta, la diferencia radica en un mejor y más detallado desarrollo de personajes, presupuesto hollywoodense, y la inclusión de un tercer elemento indispensable, personajes femeninos que brindan una nueva dimensión a los dos hombres solitarios vistos originalmente.
Charles (Tim Key, coescritor, repitiendo su papel original) es un hombre viudo que vive en una mansión en la isla Wallis. Ha tenido la grandiosa idea de contratar a Herb McGwyer (Tom Basden), la mitad del famoso dúo folk, McGwyer & Mortimer, formado por Herb y Nell Mortimer (Carey Mulligan), para que dé un “pequeño” concierto en la isla. Herb no se muestra entusiasmado de estar ahí. Al percatarse de la precariedad del evento, la ausencia de un escenario y de cualquier indicio de que se llevará a cabo un concierto, pregunta a Charles cuántas personas asistirán, su respuesta -menos de cien-. Otra duda de Herb, ¿cómo es posible que Charles tenga el dinero prometido (medio millón de libras)? Asombrosa y cómicamente, Charles se ganó la lotería, no una, sino dos veces.
Al día siguiente, para sorpresa de Herb, Nell llega a la isla, acompañada de su esposo Michael (Akemnji Ndifornyen), para tocar juntos (como lo organizó Charles). Esa es la gota que derrama el vaso para Herb. Años atrás, cuando eran un duo y tenían una relación, las cosas no terminaron bien entre ellos y Herb evidentemente sigue enamorado de Nell. Ahora con el inesperado “reencuentro” intentará reavivar la llama, al recordar los viejos tiempos cuando tocaban juntos. Con todos los elementos establecidos Griffith y Key hacen lo posible por lanzar curvas al espectador, pero no son tanto las sorpresas del guión sino hacia donde llega el camino de Charles y Herb. Tim Key, al retomar su papel casi veinte años después, le brinda un dimensión adicional a Charles, que ahora tiene un pasado melancólico por la muerte de su esposa. El personaje, que sin duda es nuero divergente, es el núcleo de la historia, anclando todo y siendo el motor de los acontecimientos, gracias a su dinero y fanatismo. La actuación de Key es entrañable, su “timing” cómico inmejorable, y es un maestro en transmitir sus emociones y generar empatía en el espectador. La ingenuidad y sinceridad (muy asperger) de Charles, son el contraste perfecto ante el malhumorado y obviamente deprimido Herb. Su vida, aunque el se empeñe en querer demostrar lo contrario no ha salido como él esperaba. Su carrera como solista quizá sea comercialmente viable, pero el resultado creativo deja mucho que desear, pop de lo más cutre con títulos como Mueve tu cuerpo, están a años luz de distancia del folk honesto que creó junto a Nell décadas atrás. Es precisamente Nell quien confronta a Herb con su negación, su amor por el pasado y su renuncia a madurar. Finalmente,
el choque con su visión del pasado y lo que él creyó que había ido mal con su vida lo llevan a reencontrarse consigo mismo y retomar su esencia. Aprendiendo mucho de la sencillez y alegría genuina de Charles, quien, por su lado logra reintegrarse a la vida, soltando para poder avanzar.
Para quien guste sintonizar con las emociones y quizá necesite recordar que es posible reconectarse consigo mismo. La balada de Wallis no deja una mejilla seca en la sala.
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